Viernes 8 de septiembre, festividad de Nuestra Señora de Covadonga, patrona de Asturias. Un desfiladero donde se inició la Reconquista y que, por tanto, suscita el empecinamiento de muchos en negar la historicidad del lugar. La verdad es que la formación del Reino de Asturias está perfectamente documentada y sólo la necia costumbre española de autoflagelarse puede negar a don Claudio Sánchez-Albornoz, por citar a uno sólo de los historiadores que han investigado el periodo.

No sólo eso: también es cierto que la Reconquista española frena al islam y le impide conquistar Europa por el suroeste. Una guerra de 700 no librada exclusivamente por intereses económicos, sino por la romántica convicción de defender la fe y por el sentimiento expreso de recuperar la España cristiana, que ya existía desde al menos un siglo antes de la entrada de la morisma por Cádiz. 

Es en Covadonga, además, donde España comienza a ser la Tierra de María, pues toda la reconquista se hizo, no bajo la advocación de Santiago Apóstol, sino implorando a la Madre de Dios, desde Covadonga a Guadalupe, desde Cangas de Onís a Granada.

Covadonga no puede quedase como un gran paraje natural, que lo es, sino como el comienzo de la recuperación de la España, y de la Europa, cristiana. España siempre ha sido petrina y mariana, pero más mariana que petrina. Y si no, pues no se entiende España ni su unidad. 

Justo esto es lo que le ocurre a la derecha pepera española. Feijóo cree en la unidad de España pero en una unidad que parece colgada en el aire, una unida sin identidad. Porque lo que identifica a España es, precisamente, Covadonga y defender algo sin identidad resulta un castillo de naipes llamado a desvanecerse.

Y encima, Covadonga es una Historia probada.