Sr. Director:

Nuevamente lo hemos visto en la más que impresionante manifestación de grandeza y de fuerza en China, con la participación de Putin y de Kim Jong-un en el desfile militar organizado por Xi Jinping con motivo de la victoria sobre Japón al final de la II Guerra Mundial. “China es imparable”, afirmó el presidente chino.

Por su parte, Donald Trump escribió irónicamente en redes sociales: “Transmitan mis más cálidos saludos a Vladimir Putin y a Kim Jong-un, mientras conspiran contra los Estados Unidos de América”.

Esto deseaba Trump confirmando que fuerzas de los EUA llevaron a cabo un ataque letal contra una embarcación cargada con drogas procedente de Venezuela. Además, todos hemos podido ver a través de las imágenes de televisión y otros medios el vídeo de la destrucción de un barco en el mar Caribe procedente de Venezuela, en donde once personas murieron.  

Y mientras, el presidente Maduro habló de un cuento, un relato, en relación a la presencia del narcotráfico en el país, como afirma Trump, siendo en realidad que lo que Trump desea es apoderarse del petróleo venezolano, y lo quiere gratis, viene por el gas, afirma Maduro.

“Hay ocho barcos de guerra, nos apuntan en la cabeza con 1.200 misiles y mandan un submarino nuclear para presionar (...). Ese barco salió de Venezuela y pertenecía al Tren de Aragua, banda criminal que en febrero pasado fue designada como una organización terrorista”.

Trump  felicitó el trabajo de las fuerzas militares de su país por esta operación llevada a cabo.

Al ver las imágenes y escuchar lo que dicen los líderes políticos nacionales e internacionales me han venido a la mente las palabras del salmo: “Levántate, oh Dios, y juzga la tierra, porque tuyas son todas las naciones” (Ps. 82, 8).

Y también las palabras de nuestra Madre la Virgen María en Fátima en el año 1917, hace ya 108 años, cuando al mostrar una visión del infierno a los tres pastorcitos (Jacinta, Francisco y Lucía) les dijo con bondad y tristeza: “Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace lo que os voy a decir se salvarán muchas almas y tendrán paz.  La guerra terminará pronto. Pero si no dejaren de ofender a Dios, en el pontificado  de Pío XII  comenzará otra peor. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre (...). Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir. Varias naciones serán aniquiladas. Al fin, mi Inmaculado Corazón triunfará y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.

Sor Lucía afirmó que la consagración del mundo realizada por el Papa San Juan Pablo II el 25 de marzo de 1984 había sido hecha “tal como Nuestra Señora había pedido” (carta del 8 de noviembre  de 1989).

“El corazón abierto a Dios, purificado por la contemplación de Dios, es más fuerte que los fusiles y que cualquier tipo de arma (...). El maligno tiene poder en este mundo, lo vemos y lo experimentamos continuamente; él tiene poder porque nuestra libertad se deja alejar continuamente de Dios. Pero desde que Dios mismo tiene un corazón humano y de ese modo ha dirigido la libertad del hombre hacia el bien, hacia Dios,  la libertad hacia el mal ya no tiene la última palabra”. (Comentario del cardenal J. Ratzinger en el año 2000, quien cinco años después sería elegido Papa y  tomaría el nombre de Benedicto XVI hasta su renuncia libre y voluntaria el 28 de febrero de 2013). Ante el actual panorama mundial debemos confiar cada vez más en el Señor, el Rey de la Paz, que con toda seguridad atiende las súplicas que su Madre María, la Reina de la Paz, le presenta en favor de todas las almas.

¿Por qué no rezamos a diario el Santo Rosario en favor de la paz, la verdad, la justicia, el amor y la fraternidad en todo el mundo?