Sr. Director:
Sin salirse de su papel institucional, en la inauguración del Parador Nacional de Lérida, un Rajoy conciliador evitó caer en las provocaciones de algunos independentistas y apeló al entendimiento entre administraciones frente a caminos de ruptura que no nos llevan a ninguna parte.
No había en el parador ningún alto cargo del gobierno catalán, más allá del delegado de la Generalitat en Lérida.
Fue una escenificación de que, en la actual situación, es casi imposible el diálogo con el presidente Puigdemont, cuya única esperanza para salir del callejón sin salida en el que se ha metido es lograr que una sobreactuación del gobierno central le otorgue algún barniz de legitimidad moral. Ese diálogo tendrá que llegar, pero hasta entonces la locura transitoria de los actuales dirigentes catalanes no puede paralizar el estado de derecho.
Valentín Abelenda
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14/12/24 15:00