Sr. Director:
Tenemos un presidente que, hasta ahora, no le ha dicho la verdad ni a su médico. Podríamos hacer un amplio relato del discurrir en el mundo de la política de este señor, pero sería demasiado extenso ese escrito si mencionáramos todo lo que es mentira en su vida y su influencia en la sociedad.
Tristemente lo acordado en el Parlamento, no es lo deseable, ya que la consideración de veracidad, desinformación, bulo, fango, trasparencia, etc., la tomará el propio gobierno, al mando del mayor mentiroso conocido. El propio Sánchez, el mentiroso, decidirá aquel periodista que le molesta para estimar que desinforma o inventa bulos. Hasta tal punto estas intenciones son un embate que, este señor, lo primero que pretende hacer es legalizar la blasfemia y las ofensas religiosas, instaurar la censura de prensa y despenalizar las injurias al Rey. Parece ser que, en poco tiempo, lo único que estará prohibido será hablar mal del presidente, de su mujer o su familia. Este hombre no se da cuenta de que con sus medidas ofende a una gran mayoría de españoles: al eliminar el delito de ofensas religiosas, castiga a una gran mayoría de españoles; igualmente si despenaliza las injurias al Rey, y atacar a la libertad de prensa es posicionarse al nivel de los regímenes totalitarios.
Mal porvenir nos espera con este “Maduro” en la Moncloa. Nuestras libertades se van al carajo y no esperemos el menor miramiento de un mentiroso como Sánchez; el solo pretende estar en La Moncloa (que no gobernar) y lo hará de la forma que pueda, entregando lo que haga falta a quienes le ayuden a conseguir su objetivo.