Sr. Director:
Ya tenemos un ministro con la calidad suficiente para darle un nombre distinto al que le otorgó el Presidente del Desgobierno; este era el Ministro del Insulto, conocido por todos por su capacidad de insultar a todo el que se le ponía delante, pero ni una sola preocupación por realizar el trabajo que se le había asignado, cual es: velar por el buen funcionamiento de los transportes y ya véis como estos se agravan día tras día.
Pero ahora nos llega Ernest Urtasun que, en teoría, debía ocuparse del Ministerio de Cultura. Pero este señor sólo se ocupa de cambiar la cultura del pueblo español. Una de sus primeras actuaciones es la de arrebatar la propiedad de la Mezquita de Córdoba a la Iglesia, algo que ya han intentado en algunas ocasiones las fuerzas políticas de izquierdas, sin conseguirlo. La propiedad histórica de este monumento, por parte del Cabildo, resultó siempre inexpugnable. Este ministro comunista, además de la sinrazón que muestra, es un ignorante.
Otro de los temas con los que choca este ministro frente a la realidad de la cultura española, es la tauromaquia. Es la antítesis del pensamiento de una gran mayoría de españoles y su postura a este respecto es actuar, poco a poco, contra esa realidad, al tiempo que mentalizar a los ciudadanos con su pensamiento. Este señor es uno de los peores ciudadanos que tenemos, pues se empeña en atacar a la Iglesia, imponer la censura, hacer que los museos sean políticamente correctos, etc.
Tenemos un desgobierno de risa. Resulta que no gobierna, pero se dedica a realizar el trabajo de la oposición, es decir, todo lo que no hace, lo justifica acosando a la oposición; ¿Cuando un gobierno ataca a la oposición? Esto es el mundo al revés. Desde luego, son originales pues las notas que emiten desde La Moncloa para agredir a la oposición, son leídas al pie de la letra por los ministros de la opinión sincronizada, como son, Félix Bolaños, Francisco Javier (Patxi) López, María Jesús Montero y la más fiel repetidora, Pilar Alegría. Ciertamente hay más en estas condiciones, pero basta señalar a estos, para estimar nuestro porvenir con semejantes eminencias.