Sr. Director:

Como mártires del siglo XXI, aparte de los cristianos que mueren por su Fe a manos de terroristas de todo tipo, especialmente en los últimos tiempos, fanáticos hinduistas y musulmanes; aumentan cada día más los que sufren todo tipo de vejaciones en su vida de cada día, sencillamente por dar testimonio de su Fe.

Los padres que protestan porque no admiten que sus hijos sean manipulados por un propagandista de lgtb, y de otras manifestaciones de la así llamada ideología de género; la mujer que tiene que sufrir no ser aceptada para un trabajo, después de haber estado en buenísima posición para alcanzarlo, sencillamente porque el equipo seleccionador se ha dado cuenta de que estaba embarazada.

El político que defiende la vida del concebido no nacido, que se opone al aborto con decisión; que piensa en el bien común de los ciudadanos y defiende con clara conciencia la libertad para hacer el bien y rechaza claramente el así llamado “derecho” para hacer el mal con toda libertad. Que se opone a cualquier adoctrinamiento moral, espiritual, ideológico de los ciudadanos por parte del Estado.

Y tantos otros, me atrevería a decir, innumerables cristianos corrientes –todos somos muy corrientes en este mundo- que dan testimonio al celebrar los 25, los 50, los 60 años de matrimonio, rodeados de hijos, nietos, biznietos; los profesores que han dado su vida en la enseñanza y han transmitido la Fe y la Moral de Cristo a tantos alumnos, y dan gracias a Dios al verlos caminar en la Verdad.

El mártir de todos los tiempos ha hecho resplandecer delante de nuestros ojos la luz de aquellas palabras de san Pablo: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?  Como está escrito:   Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero”.