Sr. Director: Ante la impotencia y la necedad de los hombres, es imperiosa la necesidad de este grito, oración por la paz, dirigido a Dios para que se establezcan la concordia y la paz queridas desde el principio de la Creación. En la prepotencia y el orgullo que no permiten reconocer nuestra condición de criaturas, hermanos de una única familia, se encuentra la semilla de la violencia y la destrucción, la pérdida del sentido mismo de la vida y de la justicia. Por eso el mensaje, desde Asís, dirigido al mundo por el Papa y los líderes religiosos tiene una trascendencia histórica y merece ser escuchado por todos, desde la gente sencilla a los poderosos de la tierra. El mundo necesita recorrer el camino de la oración, del perdón y la reconciliación. No olvidemos que la alternativa es la simple destrucción. Lluis Esquena