Sr. Director:

Lo de reformar el Código Penal, tratando de adecuarlo a sus homólogos europeos aunque buscando en realidad exculpar y reducir las penas a delincuentes amigos, no está mal pensado. Y mejor aún si sirve para que un Gobierno progresista consiga los apoyos parlamentarios necesarios para su continuidad. Por eso está muy bien lo de meterle mano al delito de sedición, para aminorar las penas por aquella «ensoñación» secesionista que incendió las calles catalanas; y también a la malversación, ya que no es tan malo utilizar los dineros públicos si es para apropiarse de un trozo de España, o para perpetuarse en el Gobierno andaluz durante lustros. 

Pero ya puestos, lo ideal sería atajar de raíz el asunto introduciendo un artículo en el Código Penal similar al siguiente: «Cuando una persona progresista, en sus múltiples géneros y especies, ya fuere socialista, comunista, podemita, secesionista, proterrorista o izquierdista de cualquier pelaje o alopécica condición, cometiese cualquier delito, la pena a aplicarle quedará reducida siempre a una levísima multa, que irá acompañada de las disculpas del juez por las molestias ocasionadas durante el proceso».

Esta sí que sería una reforma definitiva; que habría que completar con cursos obligatorios de reeducación a jueces machirulos, impartidos por nuestras ilustres juristas feministras.