Sr. Director:
Todas las naciones tienen problemas, pero quizá ninguna soporte uno de tanta gravedad como es que una parte influyente de su izquierda política abomine abiertamente de la patria identificándola con todos los males y errores, hasta el extremo de desear borrar su pasado y lo que significó en la historia universal.
Esta obsesión cuasisuicida insufla en ellos un frontal rechazo a cualquier episodio histórico que no se interprete en sintonía con la tenebrosidad de una leyenda negra arteramente elaborada por los enemigos de España desde hace siglos.
Pero también les hace padecer de un ancestral y renovado odio hacia la Iglesia, la fe y la cultura católica, por haber sido fundamentales en la construcción y desarrollo de nuestra patria; a la vez que manifiestan una generosísima comprensión hacia todo lo musulmán.
Y por último, les hace sufrir de una inquina no menor hacia la Corona, por lo que representó y hoy representa como símbolo de la unidad y permanencia del Estado español.
Sólo considerando estas fobias pasionales que envenenan el alma de una parte considerable de nuestra izquierda, encontraremos explicación a los erráticos movimientos y alianzas que impulsan a estos políticos patricidas. Y entenderemos por qué sus objetivos de división y destrucción son muy preferentes a las labores de unidad y construcción. Muy triste todo.