Sr. Director: La Fiesta católica del Corpus Christi es la Fiesta Eucarística por excelencia. Aunque la tradición la situaba en jueves, sesenta días después del Domingo de Resurrección -"hay tres jueves que brillan más que el Sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el Día de la Ascensión"-, desde 1989 es en domingo, excepto en donde es fiesta local, como en Toledo, por ejemplo. El origen está en unas visiones que tuvo la monja Santa Juliana de Lieja (siglo XIII, Bélgica). La fiesta la aprobó el Papa Urbano IV y la extendió a toda la Iglesia en 1264. Esta fiesta está enriquecida con indulgencia incluso plenaria, con las condiciones debidas. Juan Pablo II estuvo muy interesado en que se honre con procesiones, al Santísimo Sacramento, y es la única procesión obligatoria para las diócesis. En Valladolid se realzó muchísimo en 1916, con un lleno inusitado en Campo Grande, en donde se celebró la Eucaristía presidida por el Sr. Arzobispo- Cardenal Blázquez. Como para confirmar la razón de la fiesta, se produjo el llamado milagro eucarístico de Bolsena (Italia): un sacerdote, al celebrar la Santa Misa, dudó de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, y la Santa Hostia derramó sangre. No son pocos los milagros eucarísticos  acaecidos desde entonces. Quizá el último conocido sea el acaecido en 1996 en Buenos Aires: una hostia consagrada se transformó en carne y sangre. El entonces cardenal Bergoglio, ahora,  Papa Francisco, mandó hacer fotos y una investigación rigurosa en laboratorio. Jesús está real y verdaderamente presente en la Eucaristía, y hay comuniones sacrílegas. Antes de comulgar, se debe uno confesar, salvo que se esté en gracia y se confiese a menudo. Josefa Romo