Cuadro de 'La adoración de los Magos', de Luca Giordano
Sr. Director:
La festividad de la Epifanía, la popular fiesta de los Reyes Magos, tal y como siempre se ha celebrado en España durante siglos, ha dado origen al gran teatro español. Hoy algunas cabalgatas que se han puesto de moda desde que los políticos laicistas y reaccionarios controlan los ayuntamientos, rivalizan en puros esperpentos, son un puro disparate que nada tiene que ver con lo que significa la Epifanía: la manifestación de la Natividad a los pueblos gentiles representado en los tres personajes misteriosos simbolizados en los Magos y cuyos nombres tuvieron gran importancia en Asturias, así nuestro más ínclito prócer lleva dos de sus nombres, Melchor Gaspar de Jovellanos, que celebraba su onomástica con notable piedad ilustrada.
La primera manifestación teatral de la que existe documento literario es el Auto de la Reyes Magos, de autor desconocido. Se trataba de un canto dialogado, intercalado en un texto litúrgico; llegó a convertirse en un auténtico, breve y sustancial drama religioso, que se representaba en el Ciclo litúrgico de Navidad por sacerdotes y dentro de las iglesias, con una escenografía muy elemental.
El Auto de la Reyes Magos es la única obra religiosa de la que se tiene documentación anterior al siglo XV. El sistema lingüístico corresponde al del siglo XII. Sólo se conservan unos pocos versos muy representativos. Está basado en el relato bíblico-teológico del evangelio de San Mateo. Aparecen dialogando unos personajes misteriosos que la tradición ha puesto nombre propios. Todos afirman haber visto una señal celeste -la estrella- y se deciden a seguir su destello emprendiendo un fatigoso viaje, que los lleva a Jerusalén, en donde reina el déspota y cruel Herodes. El fragmento concluye, con la discusión de rabinos que dudan del lugar del nacimiento del Niño Rey. El autor del anónimo texto medieval describe perfectamente los personajes con sus dudas y escepticismo, así como el terror de Herodes y las mentiras de los rabinos judíos. Los magos después de numerosas dudas y cavilaciones siguen el mensaje de la estrella y se ponen en camino. Las escenas están logradas con habilidad y con dinamismo dramático muy logrados a pesar de una estructura muy elemental.
Uno de los momentos cumbres es cuando Baltasar, con su astucia, convence a Melchor y Gaspar para que se ponga en camino para ir adorar al Niño: ¿Deseáis bien saber cómo es esto, lo sabremos?/ Oro, mirra, incienso a él ofreceremos/ Si fuese de la tierra rey, el oro querrá/ si fuese hombre mortal, la mirra tomará/ Si Rey Celestial de esta dejará, elegirá el incienso, que digno de él será//.
A lo que responden Gaspar y Melchor: ¡Marchemos ya, y así lo hagamos!
Fidel García Martínez, catedrático de Lengua y Literatura y Doctor en Filología Románica