Sueño con una Europa donde ser inmigrante no sea un delito, aseguró el Papa Francisco al recibir el Premio Carlomagno en Roma, con el monarca español, Felipe VI de cuerpo presente. Premio concedido por su espíritu de tolerancia, solidaridad e integridad, según la UE. Es decir, tres virtudes que poco tienen que ver con el papado. Del papado no es la tolerancia sino el respeto a la persona; tampoco es la solidaridad, sino la caridad, que conlleva entrega; nada de integristas, autenticidad y sinceridad que son cuestiones más profundas. Cuidado con los halagos, Santidad. Construir puentes y destruir muros, aseguró Francisco ante unos líderes que se han especializado en levantar alambradas. La verdad, no sé por qué le aplauden tanto los líderes europeos cuando les estaba poniendo como no digan dueñas. Recuperar los valores de la dignidad y solidaridad que están en la fundación del Papa. Pero la pregunta clave llegó después: "Europa ¿qué te ha sucedido?", preguntó el Pontífice. Una Europa de mano tendida al prójimo ha terminado en el actual vocerío de mercado. ¿Por qué? Por el otro grito, el de Juan Pablo II en Santiago de Compostela. Europa sé tú misma, recupera tus raíces cristianas. Hispanidad redaccion@hispanidad.com