Orgullo Gay. ¿De verdad merece la pena apoyar esto?
El orgullo gay solo pudo adquirir consistencia en Madrid por las ayudas y subvenciones que recibió de la Comunidad y el Ayuntamiento en la etapa de Ruiz Gallardón.
Una simple visita al actual aparcamiento de la Plaza Vázquez de Mella -hoy Zerolo- permite comprobar que ese apoyo no fue circunstancial sino constante y consciente.
Hubo un tiempo -¡Qué maravilla!- en donde lo que hoy se conoce por machismo imperaba por doquier; las mujeres mantenían una posición recatada y el sexo se circunscribía al estricto marco de la intimidad. Hablar de sexo o lucir vestimentas sexualizadas era considerado una ordinariez y ese es el mayor reproche cultural que puede hacerse a la marcha del orgullo gay.
Es una celebración impulsada y dirigida para que cientos de miles de visitantes disfruten de un sexo -o lo que ellos llaman sexo, pues nada tiene que ver con la procreación- homo, fácil y abundante. Más: la manifestación del sábado en Madrid concluyó, a modo de colofón con una macro recepción de los Gay-embajadores USA, en los patios del Conde Duque, en donde se celebraba un avance del 4 de julio y la afición -y el negocio- de los anfitriones por el arte. No en vano el 'marido' del embajador (ambos en la imagen) se ha introducido profesionalmente en Madrid como un avezado decorador de la gente rica que pugna por contratarle. Al acto del Conde Duque asistió la alcaldesa Manuela Carmena con su familia, quienes posaron con los anfitriones en el 'photocall' instalado al efecto. Rápidamente, la insigne regidora lo colgó en Twitter.
El libro Más grandes que el Amor, del nada sospechoso de homofobia Dominique Lapierre, pone en evidencia cómo la propagación del SIDA sólo fue posible merced a la extraordinaria promiscuidad y movilidad del mundo homosexual en los Estados Unidos y grandes urbes europeas. No era extraño encontrar personas que reconocían tener varias relaciones sexuales distintas en una sola noche y centenares, también con distintas personas en un solo año. Es el resultado de un enjambre de saunas, pubs, con cuartos oscuros y garitos nocturnos en donde se practica sexo rápido y con personas con las que ni siquiera se habla.
El justo apoyo y el caritativo respaldo que todas las sociedades occidentales prestaron a los afectados por el AIDS fue respondido por los colectivos Gays con una idea clave: la generalización del problema. Así se ha hecho creer a los padres e hijos: que un chaval de instituto puede contraer el sida teniendo una relación con su compañera, lo cual es falso y ha llevado a primar la idea de protección frente a los valores morales de contención y castidad. Hoy, más de treinta años después de la aparición del AIDS puede afirmarse que en España ningún varón, joven y que no haya consumido drogas de jeringa ha contraído el virus de SIDA. Esa es una realidad que pone en evidencia la campaña de frivolización del sexo que las administraciones han desarrollado durante estas tres décadas.
Tanto apoyo, tanta complacencia y la inestimable ayuda del Movimiento Global han extendido por todo occidente las marchas de Orgullo Gay, cuya finalidad última es destrozar la vinculación del sexo con la generación de vida. Estas marchas no pretenden dignificar a la persona homosexual, sino romper la vinculación entre sexo y moral. Por ello se promueven las expresiones escandalosas.
Luego está lo del alarde. La sexualidad como acto privado no es merecedor de reproche social. Sí, si lo es cuando se convierte en un acto procaz y público por tratarse de actos destinados a escandalizar y propugnar una moral diferente. En esa línea el colectivo Gay ha dedicado el Orgullo 2016 a los bisexuales, para extender la idea de que existen personas que psicológicamente están preparadas para vivir en plenitud una relación con otras de igual o distinto sexo. Esta idea, falsa, permitiría inconscientemente legitimar nuevas salidas del armario para personas que no quieren reconocer su homosexualidad.
Y el mayor de los ridículos lo ha cosechado el exiguo movimiento gay turco; sabidas las ganas que los islamistas les tienen a los gays y conocida la preparación de un atentado en Estambul -que luego se materializó en el Aeropuerto- el gobierno prohibió por pura precaución las manifestaciones del movimiento Gay, lo que ha sido jaleado por toda la prensa occidental como un signo claro de represión.
¿De verdad merece la pena aplaudir esto?
Hispanidad
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