Como saben, desde el lunes, el presidente iraní, Hasan Rohani, visita Italia. Un gran acontecimiento, pues es la primera visita a Europa de un presidente iraní en 16 años. Todos se afanan en no molestar a la delegación visitante, pues hay contratos millonarios en juego. Y en pro del dinero, los italianos no han dudado ni un momento: no hubo vino ni ninguna bebida alcohólica en la recepción, se taparon las estatuas desnudas y tampoco se habló de derechos humanos, por ejemplo. Claro que esto supone una sumisión ante Irán, olvidando que la clave en la libertad religiosa es la reciprocidad. Además, Italia también se pliega a Arabia Saudí, pues en Roma está la mezquita más grande de Europa y la financian los saudíes. Pero al revés las cosas son muy distintas: si una delegación italiana viajara a Irán las mujeres tendrían que cubrir su pelo con un pañuelo y en muchos países islámicos no se dejan construir iglesias e incluso se persigue a los cristianos. Italia y otros deberían tomar nota de Noruega que rechazó las donaciones millonarias saudíes para construir mezquitas, mientras en Arabia Saudí no hubiera libertad religiosa. Va siendo hora de que Occidente no se baje tanto los pantalones y tenga más en cuenta la reciprocidad... Francia tiene la primera oportunidad, pues es el próximo país que visitara Rohani. Hispanidad redaccion@hispanidad.com