Se deshicieron de François Fillon, más que nada porque, sin exagerar, mantenía unos principios cristianos. No quieren a la derecha pagana de Marine Le Pen porque es pagana pero no ciega. No pueden admitir a los candidatos socialistas o comunistas porque el progre-capitalismo imperante en Francia no es ni socialista ni comunista: es capitalista… como su mismo nombre indica. Así que se han quedado con Emmanuel Macron (en la foto), quien puede ser el primer presidente de Francia sin partido. Macron es un progre-capitalista en estado puro. Procede de la banca de inversión pero es ultra-abortista y ultra-homosexualista. Le encanta jugar a las fusiones en el Olimpo empresarial de las multinacionales francesas (por ejemplo en Engie) pero suspira por la ideología de género y por el laicismo cristófobo. La nota de color estriba en haber emparejado con su profesora de instituto, casi 20 años mayor que él, con hijos de su edad. Ya saben: rompiendo tabúes. El progre-capitalismo vuelve para hacer frente al populismo neocomunista. No sabemos con quién quedarnos. Ya está: con ninguno de los dos. Hispanidad redaccion@hispandiad.com