Una conocida fábrica de artículos religiosos, evitaremos dar su nombre para no entorpecer a la policía científica, ha sufrido reiterados y pertinaces ataques a su página web. A los programadores les sorprendió desde el primer momento el nivel técnico de los hackers, pero sobre todo su tesón, pues volvían constantemente a atacar, tanto manual como automatizadamente, esta web. Como buenos hackers, es decir, tan sinvergüenzas como chulescos, dejaron firmado su ataque con un archivo en los servidores de la víctima - disculpen de nuevo que no citemos a los atacados- y resultaron ser un grupo hacker islámico que opera desde un país de extremo Oriente conocido por el avance imparable del islamismo fanático. Los grupos hacker no suelen vincularse a ideologías y mucho menos a credos religiosos; pero nuestros amigos musulmanes sí porque, como diría el muftí de El Cairo, nosotros sí creemos en algo mientras que vosotros, europeos, no creéis en nada. Los pertinaces ataques a los que estos hackers, durante tres semanas, han dedicado decenas de horas han sido sobre una web cristiana. ¡Es la guerra santa, sólo que ahora en forma de ceros y unos. El presidente ruso, Vladimir Putin, en su reciente discurso ante el Cuerpo Diplomático, advirtió que la guerra telemática constituía una de las claves en la batalla contra el terrorismo y los radicales. Ahora, además de comandos, necesitamos hackers buenos. Los islámicos lo saben, los cristianos aún no nos hemos enterado. Hispanidad redaccion@hispanidad.com