Es una doble batalla ganada por los talibanes: hacerse con el país gratis y conquistar las acobardados corazones del occidente cristiano. Y sí, resulta que, ahora, condenar el fanatismo talibán es islamofobia. Oiga, puedes perder una guerra pero lo peor llega cuando, con esa guerra, pierdes también la cabeza y el corazón.  

La viñeta, firmada por Dixon Díaz, es antigua pero tras la derrota occidental en Afganistán recupera su actualidad y, sobre todo, su pertinencia. Es la viva imagen de doña Irene Montero poniendo en igualdad el machismo de los españloles con el de los talibanes. Igual, igual. Es esa izquierda progre, por ejemplo las feministas, que consideran que el enemigo está en casa.

talibanes

Y es que el complejo de inferioridad del Occidente cristiano se dispara con los tópicos progres. 

Aseguran los servicios de inteligencia norteamericanos que el Estado Islámico pretende reinstalarse en Afganistán mientras disimulan su fracaso hablando de las diferencias existentes entre talibanes e Isis. Pero hombre, si son los mismos.