Después de San Pedro, quizá sea Juan Pablo II, próximamente Beato, el Papa más querido y admirado. ¿Su secreto? Yo creo que su entrañable amor a la Virgen, la Madre celestial que acarició su corazón de niño desde los 9 años, cuando perdió a su madre terrena.
A Ella se entregó enteramente ("Totus tuus") y a Ella consagró el Mundo ( 25 de marzo de 1984). El amor de Juan Pablo II a la Virgen, le llevó a valorar en alto grado la dignidad de la mujer y a escribir su Carta Mulieris Dignitatem.
Porque valoraba a la mujer, apreciaba, también, la vida que de ella brota, y escribió su Encíclica Evangelium Vitae, que termina con una oración a María, "Aurora de un mundo nuevo, Madre de los vivientes", rogándole que mire "el número inmenso de niños a quienes se impide nacer, de pobres a quienes se hace difícil vivir, de hombres y mujeres víctimas de violencia inhumana, de ancianos y enfermos muertos a causa de la indiferencia o de una presunta piedad", y que haga que "todos los que creen en su Hijo sepan anunciar con firmeza y amor a los hombres de nuestro tiempo el Evangelio de la vida" y les alcance "la valentía de testimoniarlo con solícita constancia, para construir, junto con todos los hombres de buena voluntad, la civilización de la verdad y del amor".
Josefa Romo Garlito