El comité de Bioética fue un chiringuito creado por el gobierno al amparo de la Ley de Biomedicina, la famosa ley que permite investigar con embriones y utilizar los bebés medicamento. O sea, la Ley Pastor corregida y aumentada. Para disimular y darle un perfil ético crearon el citado comité. Pero con perfil más bien bajo porque jamás se llegó a reunir ni el gobierno pidió informe alguno nunca.
La amenaza de quedarse en el cajón llegó cuando Garmendia quiso hacer su comité a su imagen y semejanza. El Comité de Bioética estaba adscrito a Sanidad y ella quería el suyo. La tensión fue máxima y muchos de sus miembros pensaron que serían utilizados como un clínex. Así que emparedados entre su inutilidad y las presiones del gobierno, el comité ha terminado bendiciendo la reforma Aído.
Las argumentaciones son alambicadas, pero finalmente terminan aceptando el aborto a demanda y por tanto la desprotección de la vida en las primeras 14 semanas. Por aquello de ponderar la llamada autonomía de la mujer. Una ponderación que César Nombela califica de injusta, deproporcionada y contraria a la ética. Nombela es el único que emite voto particular. Y eso a pesar de que entre los miembros del comité se encuentra un sacerdote: Carlos Alonso. Vea aquí el listado completo de miembros
El gobierno había presionado y la propia presidenta del Comité, Victoria Camps, también lo había hecho, asumiendo las funciones de portavoz del grupo y afirmando conclusiones a las que el grupo no había llegado. Todo para congraciarse con un poder que necesita un barniz ético en una reforma claramente regresiva.
Lo curioso de todo es que el informe final mantiene lo señalado en las conclusiones preliminares: que el embrión es un ser vivo de la especie humana. ¿Cómo es posible afirmar que la vida humana puede quedar desprotegida en las primeras 14 semanas de gestación? El poder y la erótica del poder es capaz de comprar conciencias e inteligencias. O peor: alquilarlas.