¿Qué es democracia, lo que votan los demócratas o lo que preserva la democracia? ¿Quién es el gobernante democrático, el que llega al poder democráticamente o el que lo ejerce democráticamente? ¿En qué consiste el sistema democrático : en el imperio de la mayoría o en el respeto a las minorías? ¿Una democracia parlamentaria se distingue por la libre elección de sus gobernantes o por el contrapeso entre los poderes sociales, sean o no electivos (no se por qué, estoy pensando en la prensa)? ¿Tiene límites una mayoría parlamentaria o lo puede hacer todo y legislarlo todo? ¿El sistema electoral es, de suyo, una garantía de las libertades?
Este tipo de preguntas se las ha hecho la humanidad aproximadamente desde Abraham, y desde luego, las ha formulado muy explícitamente desde Aristóteles. Usted y yo, lector, que somos personas inteligentes y capaces, convendremos en que resultan pertinente reformularlas a la vista del elogio que el Presidente del Gobierno español, Rodríguez Zapatero víctima del terrorismo, dado que su abuelo fue ejecutado por los franquistas- ha lanzado a la II República española (1931-1936): La España de hoy mira con orgullo y satisfacción a la II República.
Confundir la España de hoy con el presidente del Gobierno de la España de hoy es habitual en la clase política, pero en algo tiene razón Zapatero : para muchos españoles, especialmente para los poco aficionados a la historia, la II República es la esenia de la democracia, por oposición a lo que hubo antes y después, que era pura dictadura. Y en parte claro, tienen razón.
Ahora bien, ¿un régimen que propició una salvaje guerra civil, no tuvo ni un 1% de responsabilidad en tan brutal estallido de violencia, que terminó con 600.000 muertos? Bueno, a toda pregunta se puede responder de cualquier manera pero, en principio suena rarote.
Y no se trata de discutir la legitimidad republicana, que se puede, y mucho. No sólo en su desempeño, sino en su mismo origen, utilizando, precisamente, según los criterios de quienes consideran que democracia es votar cada cuatro años. Lo digo porque el mismísimo 14 de abril, lo que se produce no es un vuelco electoral sino algo parecido a una toma del poder en las calles, de corte casi revolucionario y gracias a la actitud no se sabe si prudente o pusilánime de Alfonso XII. Los corresponsales de las prensa extranjera dejaron claro que ni tan siquiera se hizo un recuento de votos adecuado, y que muchas papeletas durmieron el sueño de los justos en Gobernación y en delegaciones gubernamentales. Y de los datos que poseemos, la monarquía podría haber continuado por muchos años. Los republicanos no llegaron al poder en las urnas sino en las calles. Y puestos a poner en duda la precitada legitimidad, también podríamos aludir a posteriores convocatorias electorales.
Pero lo importante sigue estando en la primera pregunta: ¿Qué es democracia? Democracia es un sistema de Gobierno que defiende los derechos del hombre por encima de los derechos colectivos, que también existen, pero no son los prioritarios. Democracia es un sistema donde se defienden los derechos humanos aunque en muchos momentos esos derechos humanos hay que imponerlos, incluso a la mayoría. Y si no hay acuerdo sobre lo que son esos derechos humanos entonces no hay democracia aunque el sistema electoral, así lo aparente. Esta es la condición apriorística que hizo exclamar a Churchill creo- aquello de que la democracia es el peor de todos los sistemas políticos, una vez excluidos todos los demás.
La II República no cayó porque el general Franco diera un golpe de Estado que lo dio-. La II República cayó porque no respetó los derechos humanos. La II República cayó porque la derecha o centro- republicana estaba liderada por partidos no democráticos, entre los que se contaban socialistas y comunistas, que sólo pretendían una revolución comunista y por una serie de liberarlas, o gente de derechas que eran, o bien lo suficientemente centrorreformistas para mirar hacia otro lado cuando se violaban derechos básicos, por ejemplo el derecho a la libertad religiosa, caso de Azaña, el ídolo de Aznar o del PNV de la época, o por conservadores acomplejados que ni tan siquiera ejercían el poder cuando habían sido designados para ello (caso de la CEDA en las elecciones de 1934) por el pueblo soberano.
El golpe de Estado, esta ve militar, no callejero, liderado por Mola, luego por Franco, no habría tenido éxito si no fuera porque la muy admirada II República se había lanzado a un anticlericalismo feroz, asesino y cainita, que hería a muchos españoles en lo más profundo de su ser.
A lo mejor es que Zapatero admira la austeridad termómetro clave para un político- de los prohombres de la II República. Tomemos el caso de Negrín. ¿Cómo podía permitirse este sujeto, orgullo de Zapatero, pagar durante su exilio un piso en París cuyo alquiler mensual salía por 3.200 francos, cuando un obrero especializado cobraba 48 y una mujer trabajadora 27?
Y es que también Hugo Chávez, los fundamentalistas islámicos en Argelia o Turquía éstos todavía están en el sillón de mando-, llegaron al poder por métodos democráticos, sólo que se mantienen por medios poco democráticos. Zapatero es un gran amigo de Chávez y del Gobierno de Tayip Erdogan, su compañero de filas en esto de la Alianza de Civilizaciones.
La I República fue un Régimen que atentó una y otra vez contra las libertades, para aislar a la extrema derecha y a la derecha democrática, optó por dar alas a la extrema izquierda, asesinó sacerdotes y católicos laicos por el simple hecho de ser creyentes, convirtió a Madrid en una checa, frecuentó la corrupción y, como diría Puigcercós, incitó al odio, controló los grandes resortes de poder, así como la educación
Para un demócrata, la II República no es motivo de orgullo. Es un ejemplo de degeneración de la democracia, corrupción de los derechos humanos y de las libertades. Lo dice el abajo firmante, al que si dan a escoger entre república y monarquía escoge la república, si me dan escoger entre democracia y dictadura escojo la democracia, si me dan a elegir entre capitalismo y socialismo escojo Doctrina Social de la Iglesia y si me dan a elegir entre Manuel Azaña o Francisco Franco escojo a ninguno de los dos.
En conclusión, no estoy nada orgulloso, lo que se dice nada, de la II República, lo que estoy es abochornado.
Y ahora, queridos amigos, formulémonos todos una sencilla pregunta: ¿Cuál habría sido la actitud de Rodríguez Zapatero presidente del Consejo de Ministros, en 1931? ¿Habría evitado la Guerra Civil?
Eulogio López