La historia recuerda a la de aquel niño que fue detenido por tratar de aliviar la agonía de Terry Schiavo, condenada a muerte por una sentencia que ordena desenchufar el alimentador que la mantenía con vida. Edward Atkinson es un anciano de 75 años condenado por enviar fotos de un bebé abortado a la directora del Hospital Queen Elizabeth de Kinas Lynn en Norfolk, Ruth May. Atkinson pretendía de esta manera llamar la atención sobre la brutalidad de un aborto provocado.
Pues bien, en prueba de que la libertad de expresión tiene los límites bien marcados, Atkinson fue condenado sucesivamente por tres tribunales entre enero y abril de 2006 por enviar literatura o material ofensivo. ¿Desde cuando la verdad es ofensiva? ¿O acaso siempre la verdad ha escocido a quienes tratan de vivir como si esta no existiera?
El proceso fue el siguiente. Los directivos del hospital denunciaron las ofensas de Atkinson ante la fiscalía, la policía lo fue a buscar a su casa, y debido a sus dificultades para andar, prácticamente lo lleva arrastrando a la cárcel donde espera el juicio por sus fechorías. Por si fuera poco, el hospital de Norfolk le borró de la lista donde esperaba ser operado de cadera.
Durante el juicio, la secretaria de Ruth May, Christine Rogers, aseguró que se trastorno cuando abrió la carta de Atkinson. Por su parte, el director de quejas y reclamos del hospital, Kart Perryman señaló que como padre de dos hijas se había sentido totalmente perturbado por las imágenes enviadas por el encausado.
Por último intervino la directora May: Está trastornando a todos los miembros del servicio público de salud y en concreto del hospital Queen Elisabeth que dan un cuidado excelente a sus pacientes. A todos menos a los no nacidos, debe de entenderse.
El último juicio fue en Swaffham por enviar comunicaciones maliciosas. Atkinson no negó los envíos, y reconoció que se trataba de documentación altamente perturbadora. Es horrendo, monstruoso y enfermante, pero representa la verdad; todos y cada uno de los que están en esta sala saben que el aborto es un asesinato, pero nadie tiene el valor suficiente para decirlo.
Y por decir que el rey estaba desnudo, Atkinson fue sancionado porque el juez entendió probada su ánimo de causar ansiedad y angustia. Y es que los jueces británicos no son como los españoles: ellos son capaces de entrar y escudriñar las conciencias de los enjuiciados más allá de los hechos.
Así es como el anciano Atkinson se pasó 28 días en la cárcel a los que le sumaron 14 días extras por pagar en 2002 una multa de 650 libras por un delito similar. Además, le restaron de sus 700 libras de pensión, 500 para hacer frente a las costas judiciales. También se le condenó a 5 años de cárcel por conducta antisocial y alterar el orden, aunque debido a la avanzada edad del justiciable el juez dejó en suspenso la condena. Si desobedece Ud. se enfrenta a cinco años de cárcel, le advierte el juez. Entonces, Ud. puede encerrarme ya y tirar lejos la llave, contestó con valentía un Atkinson no dispuesto a negar que el aborto es un asesinato.
Por si fuera poco, el hospital decidió dejarle fuera de la lista de espera para la operación de cadera que necesitaba y de cualquier otra enfermedad, aunque fuera mortal. Argumentaron que Atksinson había contravenido la política de tolerancia cero en casos de abuso y conducta inaceptable hacia los directivos del hospital. O sea que además de aplicársele todo el peso de la ley penal, se le añade la salida del sistema de protección sanitaria. Algo así como aplicar la eutanasia por creencias religiosas o políticas, señalaba The Times.
¿De verdad existe libertad de expresión? Más bien parece que quien se sale de lo políticamente correcto es duramente sancionado por el establishment. La libertad de expresión y la libertad religiosa son sutilmente violadas en las sociedades supuestamente democráticas. Porque es evidente que la dureza aplicada al Sr. Atkinson jamás se aplicará a los médicos que practican abortos en caso de que se extralimiten de lo señalado en la ley. Y todo porque el británico dijo lo que todos sabían: el aborto es un asesinato. Y como muestra, una fotografía. Horrenda, tremenda, perturbadora, pero la cruda realidad de los hechos. Y es que la verdad, a veces, resulta muy hiriente.