El doctor Gary Becker, premio nobel de Economía en 1992, galardonado por sus estudios en materia de desarrollo demográfico, demostró que éste sólo puede originarse donde está el capital humano, formado en valores y virtudes tales como la confianza, la solidaridad, la fidelidad y una buena base ética, valores que son trasmitidos en el seno de la familia.

Una reciente indagación afirma que la familia es imprescindible para la prosperidad de la sociedad y los miembros que la componen; demuestra que una vida familiar estable tiene muchas ventajas para los niños y sus progenitores.

¿Por qué una familia que marcha bien mantiene unida a la sociedad Porque tiene una fuerza fantástica. Una familia así se determina por una compacta y estable relación matrimonial, que está encaminada a la trasmisión de los valores éticos, culturales y religiosos a sus propios hijos. Una familia así genera mujeres, hombres y niños diestros para vivir en sociedad, base para un mundo afianzado y seguro.

El capital familiar se logra tanto en las sociedades tradicionales como en las modernas. Se acrecienta a través del matrimonio, con la llegada de hijos y en la medida en que los miembros de la familia adquieren educación, destrezas y conocimientos. 

Es indiscutible que los seres humanos se percatan de que un hijo necesita ser nutrido y educado, por una madre y un padre, para su saludable y feliz desarrollo. Y que toda desviación del modelo familiar con padre y madre lleva a secuelas negativas.

El Doha Institute for Family Studies and Development ha divulgado una investigación en la que se declara el gran esfuerzo efectuado para manifestar, a la comunidad internacional, de cómo estos objetivos pueden prosperar con un apoyo incondicional a las familias.

El doctor Gary Becker dijo que la familia sigue siendo "la única institución vital para el funcionamiento de la sociedad".

Surgió la Declaración Universal de los Derechos Humanos con el fin de reconocer que todos los seres humanos tienen la misma dignidad, los mismos derechos y que estos deben ser salvaguardados por los Estados y por la comunidad internacional.

Sin embargo, desde hace unos 50 años, dicho organismo se ha desviado del cometido que se le había confiado. Los Derechos Humanos ya no se reconocen ni se declaran, ahora se mercantilizan o se imponen. Se traicionan. Son aplicados por la bravura de los más poderosos.

De esta forma, el cuerpo social se trueca en algo más valioso que los seres humanos, de ahí la eutanasia y la eugenesia, del feminismo radical al aborto, al apoyo de los Estados, con el subterfugio de combatir la indigencia, fiscalizan el incremento de la población.

Las certezas morales católicas sobre el aborto, la anticoncepción, la educación sexual y la naturaleza del matrimonio están bien arraigados, no sólo en la Revelación, sino en la razón y en la ley natural.

Los seres humanos tienen una naturaleza que no sólo es producto contingente o cultural, sino inherente, universal y reposa en realidades indestructibles del conocimiento.

Clemente Ferrer
clementeferrer3@gmail.com