Lo cuentan los gratuitos, en concepto Qué!, periódicos que sólo los pedantes desprecian.

La verdad es que un gratuito no es algo despreciable sino algo peligroso, en el sentido de que intenta conectar con los intereses de la gente, no elevar sus miras.

Sea como fuera, nos informa el Qué! de Vocento que de cada diez parejas que se separan sólo una llega a un acuerdo acerca de la custodia sobre los hijos. Al parecer, el hombre y la mujer modernos se pasan años intentando evitar los hijos pero cuando los tienen nadie quiere deshacerse de tan tediosos elementos. Algo tendrá el agua cuando la bendicen…

Decía Chesterton que "el sexo es un instinto que produce una institución Y, sí es algo positivo y no negativo. Noble y no ruin, creador y no destructor es porque produce esa institución llamada familia… El sexo es la puerta de esa casa pero esa casa es más grande que la puerta".

Por ejemplo, en esa casa están los niños, y los niños reclaman atención inmediata y, además, son la prueba fehaciente de que el instinto ha creado una institución: no se mata por el instinto, sí por los frutos de la institución que te ha conformado.

Por eso, las riñas familiares y las peleas por los hijos resultan la pelea más cruel. Es lógico. Otra vez el adagio clásico: la corrupción de lo mejor es lo peor.

Además, con el instinto entró la institución pero la institución es racional, no instintiva. Más Chesterton: "La expresión amor libre es una contradicción en dos palabras, porque la naturaleza del amor es atarse a sí mismo y la institución del matrimonio no hace otra cosa que respetar la decisión de dos personas libres, tomando en serio su palabra". Hemos perdido el sentido del voto, pero el voto mira al futuro. El voto no esclaviza, libera: "Para quien se gana la vida trabajando duramente, el hogar no es el hogar domesticado y manso en medio de un mundo lleno de aventuras. En realidad es el sitio indómito y libre dentro de un mundo lleno de rutinas".

Y así es: el amor, la familia, los hijos, el sexo, son prestaciones, donaciones, entrega de uno mismo. En cuanto sale del hogar se acaban las prestaciones y sólo hay contraprestación.

Ahora bien, si has roto el compromiso, el voto, entonces sólo te queda luchar por los restos del naufragio, por los hijos. Y los restos pueden quedar destrozados por la pugna rabiosa de ambos cónyuges, empeñados en asirse a lo que consideran una tabla salvadora.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com