La impureza juvenil sigue pensando que está amparada por los preservativos. Sólo existe una forma de sostenerse libres de la pandemia del sida; privarse de tener toques carnales hasta el matrimonio y detrás de los esponsales, fidelidad a la esposa.
No marcha ningún plan para controlar la plaga de los padecimientos carnales. El sexo seguro es un fracaso. Los preservativos se rompen hasta un 36,3%, según una investigación publicada en el British Medical Journal en la que se afirma que; el rol de rotura del preservativo es del 26%. El inocente chaval no conoce que está exponiendo su vida e incluso la muerte, por algo tan efímero como es un pequeño instante de regodeo.
Otro ejemplo de los fracasos de los condones se ha publicado por la Sección Médica de la Universidad de Texas, que desenmascaró que los profilácticos se rompen en el 69% de los casos. Susan Weller, determinó que «cuando nos referimos a la transmisión sexual del sida, la única prevención real es no tener sexo con alguien que tenga el virus».
Es una quimera juzgar, que los jóvenes son incapaces de admitir la abstinencia carnal antes de la boda. Casi el 65% de los adolescentes de secundaria menores de 18 años, no han sostenido roces sexuales.
Los eventos que se han desplegado en Estados Unidos son Spokane Ayuda al Adolescente (Teen Aid) y el Comité de Padres del Sureste (Southwest Parentes Committee) de Chicago son saludables ejemplos. Asimismo; Próxima Generación (Next Generation) en Maryland, Opciones (Choices) en California y Respeto por el Sexo (Sex Respect); Razones Razonables para Esperar (Reasonable Reasons to Wait) y Sexo, Amor y Opciones (Sex, Love & Choices), son planes asentados en la abstinencia antes del matrimonio y la fidelidad después de los esponsales.
Es el momento de hablar por los codos de una virtud que no ha pasado de moda, la castidad. Ahora más que nunca la virtud es una necesidad.
Clemente Ferrer
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