El único enemigo que tiene enfrente el lobby rosa, cada vez más poderoso, es la Iglesia Católica, la única que sigue diciendo que el emperador va desnudo, es decir, la única que, con todo afecto hacia los homosexuales, dice la verdad: que la homosexualidad es una degeneración (no una enfermedad, sino una degeneración), que como toda degeneración moral termina en degeneración física y psíquica, es decir, en enfermedad.
El abajo firmante sólo añade a ello que la homosexualidad es, además, una cochinada enorme, pero eso, se lo aseguro no forma parte del Magisterio eclesial, sino del ‘eulogil' cuyo valor intrínseco es muy limitado, pero que no está dispuesto a dejarse amedrentar por la censura y el matonismo gay.
Por eso, toda la obcecación del lobby rosa internacional consiste en aniquilar a la Iglesia. Para aniquilar a una institución, en el siglo XXI, ya no se recurre a los campos de exterminio o al Gulag. Lo que se hace es condenarla judicialmente, a ser posible ante la Corte Penal Internacional, cuya mera advocación sienta criterio, cátedra, jurisprudencia y lo más importante de todo; consenso social. Insisto: vivimos en la era de los consensos, que ha sucedido a la era de las conspiraciones. En la sociedad de lo políticamente correcto conspirar no es sino la última etapa del proceso, a la que sólo se llega cuando ya se ha ganado la otra batalla, la batalla del consenso social.
Si la Iglesia fuera condenada por homófoba por un tribunal de Derechos Humanos, se daría un paso de gigante para aniquilarla, siempre que se recuerde lo de Napoleón, cuando aseguró al Papa que iba a acabar con la Iglesia:
-Imposible excelencia –fue la respuesta del Pontífice-: ni nosotros mismos lo hemos conseguido.
Pues bien.
Sin embargo, el ‘lobby rosa' continúa intentándolo, con la misma estrategia que en el aborto: de aborto libre a aborto gratuito, de aborto gratuito a aborto obligatorio. Al menos, que sea obligatorio hablar bien del aborto. Lo mismo ocurre con la homosexualidad. Lo que hoy cuenta Noticias Globales no es más que lo que está ocurriendo en Naciones Unidas, pero ya hay un caso de país en el que se ha gestado la persecución legal de la libertad de expresión en materia de homosexualidad: Brasil, del muy democrático Lula da Silva.
Eulogio López