Uno de los mejores argumentos para rebatir la difundida opinión de que la religión es un hecho privado, reside en el gran servicio al bien común que los creyentes prestan a la sociedad.
El hombre creyente ni puede ni debe hacer desaparecer lo más constitutivo de su persona cuando participa en la vida pública. Hay numerosos ejemplos del beneficio que esto ha supuesto a lo largo de la historia de la humanidad en ámbitos como los de la cultura, o la política. Por eso el lema de la Campaña de la Renta que ha lanzado la Iglesia este año, no puede ser más acertado: "Ayudas a la Iglesia. Ganamos todos".
Todo son ventajas. Así lo entienden cada año más personas. Solo en los últimos cinco ejercicios, se ha producido un aumento de casi un millón de declaraciones a favor de la Iglesia católica.
Esto no es una opinión, es un dato que muestra un hecho incontestable: el reconocimiento y la gratitud de millones de personas hacia la labor que desempeña la Iglesia, siempre al lado del que más lo necesita, también en este tiempo de crisis y dificultades.
Juan García