Con esa profundidad y rigor que constituyen parte fundamental de su personalidad, el Gobierno Zapatero ya nos ha dado el queo (con decirles que ya lo sabe hasta Leyre Pajín): la reforma laboral forzada consistirá en generalizar el contrato de despido libre con 33 días de año trabajado.

Tiene toda la razón José María Fidalgo cuando asegura que más importante que los días de indemnización es la definición de las causas para poder despedir, es decir, la causalidad.

Pero estamos hablando de lo mismo: despido libre. Luego discutiremos cómo de caro, o si los 33 días deberían rebajarse (que acabarán por rebajarse no lo duden) o si libre y gratuito, como el aborto de Bibiana.

En cualquier caso, despido libre. Pero, ojo, los sindicatos empeñados en que no llegue el despido libre, se olvidan de la contraparte, la que, precisamente, conviene a los trabajadores: el salario digno. Sí, la reforma laboral no es más que despido libre a cambio de salarios dignos. Con ello el empresario pierde el miedo a contratar y se empezará a valorar el trabajo. El caso irlandés, bien que ahora afectado por la crisis, es el modelo a seguir.

Sin embargo, los empresarios sólo tratan de reducir costes y los sindicatos sólo persiguen el empleo estable por la fuerza de la ley. Ambos están muy anticuados.

Eulogio López

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