Sr. Director:
Si, lamentablemente vivimos una era deconstruccionista que se gesta a partir de la revolución francesa, continua con la hegemonía comercial Inglesa y finaliza con la repartición del mundo en la conferencia de Yalta 1945, en la que dos estados ateos materialistas: USA y la USSR se repartieron no sólo los recursos naturales sino también la población bajo el seudónimo de mercados. Es bien sabido que el demonio no sólo corrompe, también quiere ser adorado. Con el control de los medios de difusión mundiales, las democracias occidentales (que no son ni democracias ni occidentales), las finanzas, la pseudo cultura del siglo XX, y los mecanismos manufacturadores de premios que abarcan la gran gama de actividades humanas acotada por los Nobels y los Oscares y los Mardi Grasses en el centro, lo único que resta para ser adorados es rescribir la historia.
La historia debe ser reescrita por una simple razón, si bien el actual status quo se basa fundamentalmente en la estupidez humana, un recurso natural inexhaustible, tarde o temprano alguien va a contrastar el pasado con el presente llegando, inevitablemente, a la conclusión que el Rey esta desnudo. Así como Grecia y Roma, las grandes democracias de la actualidad: USA y UK se desarrollaron sobre la base de la esclavitud, como oportunamente acoto el censurado Maestro Schopenhauer. La diferencia fundamental es que los antiguos nunca establecieron una esclavitud basada en raza y religión.
Los faros de la libertad de los siglos XIX y XX explotaron sin ningún escrúpulo la mano de obra barata ofrecida por personas de raza negra hasta que la ecuación económica hizo más conveniente liberarlos y usar personas indocumentadas de raza marrón, en otras palabras, invisibles para un gran daltónico estado democrático. No vaya ser que alguien empiece a abrir viejos closets y descubra de dónde salió la plata de los Rothchilds, Guggenheims, Kennedys, Bushes, Rhodams, entre muchas otras personalidades. Por lo tanto, y en beneficio de la brevedad podemos concluir sin margen de error que la reescritura de la historia es consecuencia natural del siglo corrupto y de los entertainers.
Norberto Triemstra
soundsoft@iprimus.com.au