Campa considera que Bruselas nos ha dado un sobresaliente. Pero la realidad es que nos ha metido un sonoro rapapolvos. No sólo dice que el plan de austeridad carece de credibilidad, sino que pide medidas concretas para avalar esa voluntad, reformas estructurales para mejorar la competitividad y la productividad y censura la lentitud en la reforma del sistema financiero. Zapatero sigue instalado en que su plan es perfecto porque ya han anunciado la no disponibilidad de 5.000 millones de euros y han colocado la tasa de reposición en la administración pública en el 10%. Añade el plan antifraude y el medicamentazo como muestra de que van en el buen camino. El problema es que eso no son sino parches para curar el problema grave que tenemos de fondo: nuestros ingresos públicos se han desplomado con carácter estructural.
Pero es que además, los movimientos de Zapatero no sino meros brindis al sol. Rajoy se lo pone encima de la mesa en la sesión de control de este miércoles. Por ejemplo, previó un déficit del 8,1% y ha tenido que revisarlo al alza el 9,8%; recorta 5.000 millones, pero gasta 27.000 millones más no previstos en presupuestos. Por eso el PP volverá a llevar los PGE al Constitucional. Porque la Ley de leyes ha sido de nuevo ninguneada. Sus señorías aprueban un papel que no sirve para nada porque el gasto va por otro lado. ¿Pero no se crearon los parlamentos para que los representantes de los contribuyentes decidieran el destino de sus impuestos?