Por su interés, reproducimos el artículo de Alfonso Ussía, publicado en su edición de hoy miércoles 10 en La Razón.

Según «Forbes», el moribundo Arafat es el noveno jefe de Estado, sin Estado en su caso, más rico del mundo. Se estima en doscientos mil millones de las antiguas pesetas su fortuna personal. No está mal. Sucede mucho por ahí. La guerra, la revolución y la resistencia son fuentes de riqueza. También el terrorismo, actividad que Arafat practicó con constancia, pericia y pingües beneficios. Todo en nombre de la liberación de Palestina.

Mucho me temo que la primera liberación que tiene que culminar Palestina es la de liberarse de Arafat. Me intranquiliza la situación de la viuda, Suha Arafat, que vive en París. Tiene que resultar terrible vivir lejos del esposo asediado. Lo hace gracias a los cien mil dólares mensuales que percibe de su marido. La prensa europea pasa por alto esos pequeños detalles. Nunca se ha detenido a analizar las fortunas de los llamados dirigentes revolucionarios. A Fidel Castro nadie le ha llamado ladrón, siendo uno de los mayores ladrones nacidos en el Caribe, que ya es mérito.

Me recuerda al pensamiento emitido en alta voz por un conocido actor american «Mi padre era el más borracho de su pueblo. Lo malo es que el pueblo de mi padre era Nueva York».

El sábado pasado, Televisión Española nos regaló un «Informe Semanal» dedicado a la figura de Arafat. Emocionante. Los judíos, malísimos, y Arafat, el bueno. De la fortuna del «rais» ni una palabra. Apareció en la pantalla un joven diplomático muy aparente, con un alto cargo en el organigrama de Moratinos, gran amigo de Arafat. Las palabras del joven diplomático, que había convivido unos días con Arafat en la «mukata» asediada, rompieron mi entereza. Lágrimas de rocío amargo fluyeron por mi rostro cuando oí al aparente diplomático decir que Arafat le inspiraba «ternura».

Un gran cursi el aparente diplomático, actual secretario de Estado creo, o subsecretario, que no estoy al día. Figura entrañable, ternura. Este hombre ve un lago de nenúfares y se instala sobre ellos. Pero me voy por las ramas o los pétalos inmensos de los nenúfares. La viuda. Mujer admirable. Con apenas cien mil dólares al mes es capaz de sobrevivir en París alejada de su marido. Tiene treinta y cuatro años menos que Arafat, pero se casó por amor. Lógico, por cuanto Arafat siempre ha sido muy atractivo y además, rico. Y, por si fuera poco, tierno, según el alto representante de nuestra diplomacia. Doña Suha no se fía de los palestinos, y quiere mantener vivo a su marido para que nadie pueda sustituirlo. Para mí, que más preocupada está por la herencia que por la salud del «rais», pero no puedo asegurarlo porque se trata de un juicio de valor. Lo normal es que la fortuna revolucionaria la hereden doña Suha y la hija, que creo que tiene una hija, aunque tampoco puede asegurarlo. No parecen muy ricos los territorios palestinos para crear fortunas de esa índole. Pero no importa. Según Televisión Española, Arafat es buenísimo y los judíos unos forajidos. ¿El terrorismo? Nada de nada. Un terrorismo tierno. Y ahora la viuda, pobrecita mía.

Alfonso Ussía