Cuesta entender que, si no es por motivos patológicos o ideológicos, una mujer reniegue de su capacidad para ser madre, desgraciadamente estos días lo hemos visto.
Y es que la defensa de uno de los derechos más sagrados de la mujer, el derecho a la maternidad, acarreó el día 8 de marzo al ministro de Justicia una oleada de indignadas protestas por parte de una izquierda que ha convertido al aborto en la enseña principal de su ideología.
Una diputada socialista preguntó al ministro Ruiz-Gallardón si mantenía su intención de recortar los derechos sexuales y reproductivos de la mujer. Y para su sorpresa, el ministro le contestó que su Gobierno no solo no los iba a recortar sino que los iba a aumentar con la protección del derecho reproductivo por excelencia, es decir, el derecho a la maternidad y la protección del concebido.
Además el ministro denunció que muchas mujeres se ven impelidas a abortar como consecuencia de la violencia de género estructural que se ha desarrollado en la sociedad, con el miedo añadido a la pérdida del puesto de trabajo.
La respuesta fue muy correcta pero no ha gustado a quienes piensan que defender la maternidad es un pecado que la ideología de género no puede perdonar.
Jesús Domingo Martínez