Agradezco a mi dilecto colega, Joaquín Estefanía (en la imagen) que haya recogido la idea de Hispanidad, plasmada una y otra vez en nuestras pantallas, para su artículo del lunes 1 en El País: ¿Dónde está el límite? Sin duda, se ha olvidado de citar a este medio tan querido en la progresía española pero no lo aplica al mismo fenómeno que hemos venido aplicando en Hispanidad una y otra vez: cuando toda la política económica consiste en apretarle el cinturón a los ciudadanos en espera de un futuro crecimiento de la economía y del empleo, ¿dónde está el límite?
La respuesta, Joaquín, probablemente ya la has leído, también en Hispanidad: no hay límites.
Y lo que dice Estefanía es muy cierto, sólo que incurre en la nota distintiva de la progresía: siempre van más afinados en el diagnóstico que en la terapia.
Por ejemplo, define Estefanía la ayuda a los bancos con "un nunca tantos dieron tanto dinero a tan pocos y tan ricos". Muy cierto, Joaquín. Ahora bien, pasando del diagnóstico a la terapia, ¿cómo evitar tal desafuero?
Pues negando todo tipo de ayudas a los bancos, es decir, dejando quebrar a los quebrados. Claro que Hispanidad lleva cinco años de crisis financiera diciendo eso mismo, pregonando el modelo Lehman Brothers (quebrado hace cuatro) mientras la progresía española alababa al progre Obama, que hizo justamente eso: con excepción del Lehman, salvó con dinero público a toda la banca norteamericana.
Y esto viene a cuento de los presupuestos del Estado para 2013. Son las ayudas a la banca -no exactamente ayudas sino créditos blandos europeos- los que han impedido que Rajoy, a pesar de su fortísimo ajuste, no logre cumplir ni el déficit fiscal ya revisado y al que se ha comprometido con Europa. Es más, el rescate bancario nos va a llevar al rescate global.
En paralelo, ¿dónde está el límite a la extorsión a la deuda española por parte de Berlín y de los especuladores financieros? La respuesta es la misma: no hay límite. Pero vamos con la terapia, ¿cómo evitarla? Pues primero dejando claro que no se va a pedir el rescate, porque ese rescate es el fin último del proceso de extorsión. ¿Y cómo golpear a los especuladores en deuda española? Saliéndonos del euro, a ser posible en alianza -convivencia, me es igual- con Italia. Razón primera: que la Eurozona se ha construido sobre una proposición injusta: una sola máquina de hacer dinero y 17 tesoros emisores. Eso es como construir un buque con agujeros en el casco.
Al final, volviendo a hoy mismo, tenemos unos presupuestos que suponen más impuestos y menos salario, un proceso de confiscación de la propiedad privada hacia el Estado servil, y un proceso de proscripción de empresarios y trabajadores frente al rentista. Todo muy progre. Como el papanatismo europeo consistente en contemplar como definitivo e ineludible todo lo que proceda de la Unión Europea, un gran proyecto histórico convertido en una cloaca de insolidaridad.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com