Sr. Director:
Un calendario con 17 mujeres policías semidesnudas, de dos municipios madrileños, será editado «para aportar su granito de arena a los damnificados de Haití, encarnando  lo mejor del espíritu de su profesión: el servicio incondicional a los demás».

 

Nunca mejor dicho: servicio incondicional, o lo que es lo mismo, prostituirse visualmente a los ojos de los ciudadanos de a pie, a los que se les exigirá ¿con qué cara? acatar sus órdenes. La policía femenina, -¿pero no luchábamos por la igualdad?- se exhibe en acto de servicio altruista. Al final son sólo mujeres que han perdido los papeles y se desvisten en nombre de cualquier causa, gratuitamente o cobrando, pero siempre por dinero. ¿Esto hacen las encargadas de imponer la ley y el orden?

¿En manos de quién estamos? ¿Se quejarán luego de desacato a la autoridad o de las chanzas lanzadas por los que las contemplaron en el calendario? Añaden ellas, que esta iniciativa se corresponde con lo mejor del espíritu de su profesión. ¿En que consistirá, según la policía femenina, el espíritu de su profesión? ¿Dónde queda la moral y el respeto por la propia intimidad?

Lole Bravo