Sr. Director:

Hace unas semanas celebrábamos el sesenta aniversario de la liberación de Auschwich. TVE emitió un documental, impresionante, del campo de concentración: sus instalaciones, funcionamiento y el testimonio de algunos supervivientes (prisioneros, capos, soldados) de aquella catástrofe humana.

Entonces, algunos colectivos, judíos, gitanos carecían de dignidad humana; los testigos manifestaban no tener ningún cargo de conciencia ante los acontecimientos que vivían cada día, ni se cuestionaban la ética de la aniquilación que perpetraban. La conciencia social, en la que se desenvolvían, permitía cometer estas atrocidades. La posteridad ha desenmascarado y juzgado dichos actos.

Actualmente, procedemos con mayor sutileza. ¡Es la época de la imagen!, de la buena imagen, además. También condenamos a la miseria y a la extinción a millones de seres humanos, los que viven en el Tercer Mundo, y a tantos otros embriones humanos, eso sí, utilizados en la ciencia, algunos. Los embriones humanos no tienen rostro, nunca tendrán imagen similar a la nuestra, y jamás tendrán voz para testificar su experiencia o la de sus compañeros. Así, eliminar embriones humanos no escandaliza nuestras conciencias.

También, en aquel momento, la ciencia utilizaba y experimentaba con niños y otras personas. Actualmente, algunos hombres y mujeres de ciencia, no se ponen de acuerdo para definir el momento en que el embrión puede ser considerado humano. Los que no estamos especializados en estas ciencias, nos cuestionamos: ¿Quizá de la unión de un óvulo y un espermatozoide humanos, si se le deja desarrollar, podría resultar una rana? ¿En los primeros catorce días tras la fecundación, el código genético se transforma, o se mantiene la misma herencia genética? Son tantas las preguntas, o ¿es qué priman los intereses de los que tenemos una imagen, ya?

Nuestra historia está llena de discriminaciones y exterminios, por razones de color, raza, religión, etc. Parece que ha llegado el turno a los que no tienen una imagen similar a la nuestra. ¿Otra vez tendremos que esperar al futuro para descubrir la dignidad del hombre, desde el momento de su concepción?

Mª José López

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