Cuatro embriones israelíes congelados se han empeñado en hacerle la "pirula" a toda la progresía y a los prestigiosos científicos (más conocidos por PC's, al menos en esta casa), obcecados con el 'cobayismo' humano, es decir, con el troceo de embriones procedentes de la fecundación 'in vitro'. Los muy reaccionarios (tranquilos, me refiero a los embriones) se han empeñado en vivir tras doce años congelados. En el hospital Hadassah, de Jerusalén, se han implantado cuatro embriones a una madre que los había dejado crio-conservados doce años atrás. Dos de ellos murieron (esperemos que no se trate de los abortos selectivos que conllevan la fecundación asistida), pero otros dos se desarrollaron en las entrañas de su madre y la cosa ha acabado en un niño y un niña, que se encuentran en perfecto estado de salud y que cuentan con nueve meses de edad (edad civil, que no biológica). Es decir, que los hechos enmiendan la plana a los científicos, de lo que se deduce que los hechos no son científicos. Y, además, son reaccionarios. 

Muchos de esos prestigiosos científicos o PC's, para minusvalorar la matanza de embriones utilizados para producir tejidos, afirmaban que los embriones se degradaban al congelarlos. Pues no. Prueba de que no se degradan es lo acaecido en Jerusalén, así como el propio hecho, convenientemente silenciado por los PC's, de que cuando los descongelan no se mueren, e incluso necesitan que multipliquen su número de células por cuatro para ofrecer más material biológico: es, entonces, cuando los matan, pero no el destino, sino los PC's. Y es que los hechos son científicos. Llevaban doce años congelados y ahora despiertan del sueño frío en el que alguien les enterró para demostrar que son personas, que también son ganas de enmendarle la plana a los prestigiosos científicos y a doña Ana Pastor, ministra de Sanidad del Reino de España, que acaba de crear un banco de embriones para practicar el 'cobayismo'. Curioso banco, porque aún no sabemos cuántos embriones posee.

¿Qué hacer con ellos?, pregunta la progresía como si te hubieran pillado en un renuncio, o como si los defensores de la persona fuéramos responsables de la trágica situación en la que estamos. Pues, lo primero, está claro, obligar a los padres a que no dejen a sus hijos-embriones en un congelador. A que se hagan cargo de ellos, como la madre israelí (por cierto, madre israelí a la que le quedan otros cuatro embriones y toda una vida por delante).   

Eulogio López