Internet, el verdadero foro de la comunicación mundial, está plagado ahora de mensajes entre grupos cristianos en los que se anima a los correligionarios a desautorizar la manifestación que alguien, de forma anónima, ha convocado para el próximo día 18 ante las catedrales de España, para protestar contra la cristofobia del Gobierno Zapatero.
Internet es una maravilla, pero también tiene mucho de anonimato cobarde. A Hispanidad.com llegan muchas cartas de personas que firman con su correo electrónico, no con su nombre, lo que no revela valentía alguna. Así que, probablemente, tengan razón quienes sospechan que esa convocatoria fantasma no es más que un Pásalo de algún Rubalcaba cualquiera para provocar un estrepitoso fracaso y poder así refrendar las políticas anticristianas del Gobierno Zapatero. Quizás estén en lo cierto.
Ahora bien, dicho esto, caramba, parece como si todo el cometido de los distintos grupos católicos consistiera, precisamente, en no convocar una manifestación contra los ataques del Ejecutivo. Y hombre, este puritanismo, este exceso de celo, qué quieren que les diga, parece excesivo, según la vicepresidenta del Gobierno. Ese ejemplo de talante que responde al nombre de María Teresa Fernández de la Vega ha calificado a curas y jueces como tenebrosos. Pero, al parecer, los tenebrosos no deben organizar un Pásalo ni convocar manifestaciones. De esta forma, pasa el tiempo y los católicos no hacen público el cabreo sordo que acumulan.
Y digo yo, ¿por qué no puede organizar la jerarquía una manifestación? ¿Acaso es la jerarquía eclesiástica la última institución en creerse eso del diálogo y el talante? No, no me lo puedo creer. La inocencia es maravillosa, pero la ingenuidad puede llegar a ser culpable.
Y si no es la jerarquía, que algún otro tenebroso reacio a las reformas sociales de un Gobierno tan progresista (lenguaje empleado por la SER, y con el que se hace referencia al caca-culo-pedo-pis, es decir, a divorcio-express, aborto, eutanasia, matrimonio gay, manipulación de embriones humanos, etc) convoque de una vez la puñetera manifestación.
Eulogio López