Está muy preocupado el director de El Mundo, Pedro José Ramírez, dado que su presa, el presidente de Telefónica, César Alierta, se le puede escapar de las manos. Se trata del llamado Caso Alierta, o presunto uso de información confidencial por parte de su sobrino, Luis Javier Placer, en los tiempos en que Alierta presidía Tabacalera.

 

El Mundo utilizó una asociación de accionistas valenciana como ariete contra Alierta. Sin embargo, unas declaraciones del mandatario de dicha asociación de accionistas (de nombre Auge), el abogado José María Davó, reconociendo su implicación en el caso echó por tierra la credibilidad de El Mundo en sus acusaciones contra el presidente de Telefónica. De hecho, el juez envió el caso a la papelera. Sin embargo, el Juzgado de Instrucción número 32 cambió de titular. Ahora lo ocupa Santiago Torres, un magistrado que al solicitar este puesto ha visto cómo descendía en su carrera profesional. El acusado, sobrino de Alierta, Luis Javier Placer, no debe tener mucha confianza en el juez Torres, dado que ha pedido que el Caso sea remitido a la Audiencia Nacional, lo que, según el editorial de El Mundo (jueves, 10 de junio), invita a "pensar que hay un deseo de sustraer la causa al imperio del juez natural". Por supuesto, El Mundo se cuida muy mucho de decir que otro juez, asimismo natural, dictaminó contra los deseos de Pedro J. y a favor de César Alierta.

 

Entendámonos, la operación resulta fea. Hispanidad no ve en ella información confidencial, pero también es cierto que el sobrino del ex presidente de Tabacalera no debe intermediar, posea o no información confidencial, en la compra-venta de acciones de la empresa que presidía su tío.

 

Pero, por muy fea que pueda resultar la operación a los puristas del mercado (entre los que nos contamos), no es menos cierto que no se puede montar una asociación de accionistas ni utilizar la Justicia para saldar cuentas contra los enemigos personales o, simplemente, para mantener bien alto el prestigio de un periodista que se jacta de poner y quitar presidentes, o de poner y quitar ministros.