Pedro J. se revolvió contra Telefónica, bajo uno de sus lemas preferidos, recordado en público por el que fuera presidente de la empresa editorial, Alfonso de Salas: si le das duro a Telefónica, aún te ponen más publicidad.
No te ponen más, pero sí la misma, y encima no consigues que Telefónica se convierta en tu editora, -que es lo que Pedro J. Ramírz no perdonó a Juan Villalonga y lo mismo que ahora no perdona a un César Alierta que dio un paso más: no sólo no le situó al frente de todo el entramado mediático de la compañía sino que, encima, pactó con Jesús Polanco: toda una provocación.
Ahí comienza la persecución, con la famosa combinación de asociación demandante y periódico que cuenta la demanda, más determinados elementos del poder judicial proclives a satisfacer a un hombre tan temido como el director de El Mundo. Se crea una asociación de accionistas fantasma (AUGE) dirigida por el abogado valenciano José María Davó que denuncia al presidente de Telefónica, César Alierta, por la actuación de su sobrino, que ganó dinero comprando y vendiendo acciones de Tabacalera.
Una y otra vez, a pesar de sus influencias jurídicas, que implican cierto baile de jueces, Pedro J. se estrella contra sentencias absolutorias. La última y más definitiva, es la decisión de la Audiencia que declara prescrito el caso y no admite el recurso de casación presentado por la Fiscalía anticorrupción. En este entramado judicial hay que citar al menos dos nombres clave: el del fiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido, un hombre que sorprendentemente, incluso en el reciente y vergonzoso cese de Eduardo Fungairiño, ha salido muy bien parado en El Mundo, y que aspira a que el apoyo de los dos grandes periódicos nacionales le catapulten hasta la presidencia del Tribunal Supremo, y con algunos altos cargos de la judicatura con familiares en El Mundo.
Total, que los tribunales tampoco admitieron el recurso de casación de la Fiscalía anticorrupción y de Davó. Pero quedaba un hilill recurso de queja contra el recurso de casación. Y ese hilillo es el que se conseguiría el viernes 17 de febrero, con la redactora de tribunales de El Mundo, la poderosa María Peral, brujuleando por el Tribunal Supremo durante toda la mañana.
El recurso de queja sólo da derecho a que se replantee el recurso de casación. Por otra parte, es muy significativo que se haya aceptado un recurso de queja, verdadero hecho extraordinario en la judicatura española. Y el recurso de casación tampoco podrá entra en el fondo de la cuestión, sólo en periodo de prescripción. Es igual: el asunto basta para que El Mundo pueda seguir alargado el escándalo por unos meses, que de eso es de lo que se trata, dado que los escándalos financieros no se deciden en los tribunales, sino en los medios informativos. Por lo menos en algunos.