Europa no es un club cristiano, afirmó en su momento la entonces ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio. Tras la apuesta de Aznar por la mención del Cristianismo en el Preámbulo de la Constitución Europea, Palacio se sumó a la campaña. Y permanece en ella. Por justicia, porque el Cristianismo forma parte del humus cultural de las sociedades europeas. No se trata del Cristianismo en cuanto a religión, aclara Palacio, en tono tomista. Pero sí del Cristianismo en cuanto a los valores que han marcado nuestras señas de identidad y los valores fundamentales, añade.
En opinión de Palacio, no hay nada mejor para la comunidad musulmana que encontrar unos valores de referencia claros en las sociedades de acogida, frente al actual relativismo moral. Esto último no lo dijo, pero lo añadimos nosotros. En relación a la posible entrada de Turquía y las lindes de Europa, Palacio definió Europa como el lugar de la economía de mercado, la estructura institucional democrática, los derechos humanos y la religión como cosa privada. En este sentido, la ex ministra considera que Turquía forma parte del caldo de cultivo cultural. No nos podemos entender sin Bizancio, señala. Ni sin las cruzadas, añadimos.
No obstante, Palacio considera que una vez que hayamos empeñado la palabra con Turquía ya no podemos decir que no. La ex canciller española apuesta por que Turquía entre cuando se cumpla Copenhague, un proceso que auguró no rápido. En relación a Ucrania, Palacio considera que también forma parte del caldo de cultivo cultural y que, por tanto, no debe cerrarse la puerta.