Sr. Director:
En el candente asunto sobre los derechos de los homosexuales, se suele repetir mecánicamente un argumento apoyado en una supuesta afirmación científica que no se corresponde con la realidad y que por su trascendencia convendría aclarar.
Es muy común oír que no cabe negarles a los homosexuales determinados derechos, en tanto que esto significaría una discriminación para quienes no tienen culpa alguna de su sexualidad, porque ésta vendría determinada por una cuestión genética y nadie es responsable de sus genes. Esta supuesta diferencia genética de los homosexuales no es cierta.
Pese a los grandes avances actuales en esta materia, no se ha descubierto la existencia de ningún gen que determine la homosexualidad; algo perfectamente conocido por los formadores de opinión del colectivo homosexual, cuyo argumento principal no es ya el de la determinación puramente genética («hemos nacido así»), sino el del derecho de todo ser humano a elegir la sexualidad que más le satisfaga. Pero los casos excepcionales en que graves disfunciones orgánicas dan lugar a personas con alteraciones en su identidad sexual, son tan singulares que no pueden servir de referencia para este debate, ni con la pretendida cifra que se utiliza con absoluta frivolidad (incluso desde el propio Gobierno) de la existencia de cuatro millones de homosexuales en España.
Esta inflación numérica, como argumento meramente cuantitativo, se intenta utilizar también con la adopción por parejas homosexuales, comenzándose a difundir (también desde el Gobierno) que existen unos cincuenta estudios avalando la indemnidad y hasta recomendabilidad de este tipo de adopciones, estudios que no se aportan y que si se aportasen resultarían difícilmente creíbles, ya que no ha habido un número de experiencias significativas suficientes como para llegar a una valoración mínimamente objetiva.
Por eso, ante la muy fundada duda de que un niño o una niña puedan criarse en las condiciones más favorables para su total desarrollo sin el referente paterno o materno, debería prevalecer el interés del menor por encima de las apetencias de los posibles adoptantes. Ante esta justificada prevención, se suele contestar que también entre las parejas no homosexuales no siempre está presente la figura del padre o de la madre, e incluso los hay que maltratan a sus propios hijos..., pero es obvio que lo primero no deja de ser una situación nada deseable ni por los hijos ni por el padre o madre solitarios, y que lo segundo no sólo no se premia con la adopción, sino que da lugar a la privación de la patria potestad sobre los propios hijos.
Miguel Ángel Loma
MALOMA@teleline.es