Jesús Polanco preparó su muerte, pero la enfermedad se precipitó. Ahora, su hijo Ignacio Polanco deberá afrontar el futuro: convivir con Juan Luis Cebrián hasta que se marche. El acuerdo con César Alierta para compartir Imagenio demuestra que había optado por no trocear el Grupo. Eso sí, Cebrián en su artículo-epitafio del domingo, que luchará por mantener su posición 

Cuando Emilio Botín fichó a Francisco Luzón, entonces salido de Argentaria, le advirtió: "Recuerda que nunca serás consejero delegado: esto es un banco familiar". Lo cierto es que luego nombró para el cargo a Alfredo Sáenz, pero es que no tenía otro remedio: la nueva generación no estaba preparada.

Jesús Polanco tiene el mismo criterio que Emilio Botín: hablamos de empresas familiares. Y lo importante no se sabe si es la familia, pero sí que hereden los hijos. Precisamente, fue la lucha en la cúpula del Santander entre Emilio Botín y Ángel Corcóstegui lo que propició un comentario de Polanco que hoy cobra todo su significado. "Yo comprendo a Emilio. Lo que pretende Ángel no es posible. Es como si Juan Luis Cebrián pretendiera sucederme a mí. Pues no puede ser. Cebrián es un ejecutivo, no un propietario".

Todo su empeño era que sus hijos heredaran su imperio. En cuanto supo de su enfermedad, y azuzado pro la enfermedad de su hija Isabel, nombró sucesor a Ignacio Polanco, de acuerdo con Pancho Pérez González, su socio de toda la vida, al tiempo que introducía a Manuel en todos los consejos posibles, recuperaba a su sobrino Jaime Polanco y exigía resultados a Javier Díez Polanco en la parte más dura del grupo: la TV de pago.  No sólo eso, sino que, al final, aceptó la tesis de sus hijos y sobrinos: no trocear el grupo, tal y como le aconsejara el ex presidente del Gobierno Felipe González, deseoso de meter a su asesorado Carlos Slim en España, y el propio Cebrián, más que nada por interés.

No sólo eso, Polanco ratificó el primer nombramiento atribuido al nuevo presidente, Ignacio Polanco: el del director de El País, Javier Moreno. Todo por hacer valer la decisión de su hijo Ignacio, y a pesar de que Moreno es odiado por Cebrián –está ‘descebrianizando' El País-, por el presidente del Gobierno, ZP, que no le perdona su actitud "tibia” (o sea que El País aplaude al Gobierno, pero no con el entusiasmo debido) y que tampoco gusta a Felipe González, pues pertenece a una nueva generación en la que no puede influir.

Un hombre familiar, independientemente de que se separar de su primera esposa, la madre de sus hijos, Isabel Moreno, y contrajera segundas nupcias con Mari Luz Barreiros.

Por todo ello, y durante la jornada del domingo, se habló del artículo publicado en portada de El País por el consejero delegado de PRISA, Juan Luis Cebrián. Un epitafio que comenzaba, no con un ditirambo al fallecido, sino al propio autor: "Conocí a Jesús en el invierno de 1975, a los postres de una conferencia pronunciada por Francisco Fernández Ordóñez, en el club siglo XXI. Paco y yo habíamos contribuido, cada uno a nuestra manera, a la tímida apertura política…". La verdad es que nadie recuerda a Cebrián perseguido por la censura franquista, sino estupendamente tratado por el Régimen, y especialmente por los servicios informativos de su acorazado mediático: RTVE.

Pero lo más relevante del artículo es que insiste en tratar de igual a igual a quien era su superior, Jesús Polanco, y, sobre todo, en que relata una presunta pregunta de Ignacio Polanco, nuevo presidente, y sucesor sólo desde hace 9 meses, al propio Janli acerca de la también presunta amistad entre Polanco y Cebrián: "Es muy fácil, se llama lealtad mutua".

El lunes, el comentario del todo Madrid era si se trataba de una anécdota o de una exigencia de lealtad… al nuevo presidente, Ignacio Polanco.

En primer lugar, y dados los problemas de salud de Isabel Polanco, tres hijos de Polanco, Ignacio, Manuel, y Mari Carmen -quien siempre ha estado separada del grupo a y a quien ahora se pretende recuperar-, así como sus sobrinos, Jaime y Javier Díaz Polanco, están preparados para llegar al post-cebrianismo, lo que pasa por que Juan Luis Cebrián abandone la Consejería Delegada del Grupo. Cuentan para ello con el apoyo de Pérez González, aunque éste les ha pedido que elaboren un plan de negocio, un plan que, si bien no trocee el grupo, sí reduzca la aparatosa deuda que pesa como una losa sobre el balance.

En cualquier caso, el editor fallecido ya les echó la última mano: el acuerdo firmado con Telefónica (Imagenio) para unir las dos tecnologías, aire y cable, reducir costes de compra de espacios y, al mismo tiempo, aprovechar la fuerza de ventas de Telefónica. Está claro que Polanco optaba por mantener el grupo unido, como querían sus hijos, y no por trocear, como prefieren González y Cebrián.

Eso sí, no terminó la tarea. Su enfermedad era de las que permiten soñar con años de vida pero que, en cualquier momento, en este caso una neumonía, te puede llevar a la tumba. En definitiva, no pudo atender las peticiones de sus hijos y sobrinos en el sentido de que hiciera la transición envida y se llevara a la jubilación a Cebrián, que nunca ha respetado a la segunda generación de polancos. Ahora, esa es tarea para Ignacio Polanco, casi nuevo en esta plaza.