Como ha pasado totalmente inadvertido en el escenario mediático significa que el asunto tiene enjundia ética. Y la tiene: la Santa Sede se ha negado a firmar en Naciones Unidas la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad. Por dos razones: no garantiza el derecho a la vida del discapacitado no nacido e incide en la técnica habitual del Nuevo Orden Mundial (NOM), al que tanto molesta la debilidad, de recortar las prestaciones sanitarias a los enfermos crónicos, bajo el principio de que muerto el perro se acabó la rabia. Es decir, matar al discapacitado antes de nacer o eutanasiarle.
La Convención, como todos los documentos del NOM, nacidos de la ONU en su inmensa mayoría, lo primero que hace es proclamar el derecho a la vida de todos, para negarlo a continuación hablando de, por ejemplo, el derecho a la salud reproductiva de la mujer. Es decir que los no nacidos, o los nacidos con deficiencias, no forman parte del todos.
Total, que el pasado miércoles (informa Zenit), el Vaticano volvió a protagonizar con un sonoro no la sesión de Naciones Unidas en la que se sometía la Convención sobre discapacidad. El arzobispo Celestino Migliore, nuncio apostólico y observador permanente ante las Naciones Unidas aclaró que en algunos países los servicios de salud reproductiva incluyen el aborto, negando el derecho a la vida de todo ser humano, afirmado por el artículo 10 de la Convención. Lo de algunos es una licencia diplomática: es en todos.
Según el representante vaticano es absurdo que la misma Convención, creada para defender a las personas con discapacidad de todo tipo de discriminación en el ejercicio de sus derechos, pueda ser utilizada para negar el derecho fundamental a la vida de las personas con discapacidad que no han nacido. Para ser más claros, un defecto del feto no es excusa para para ofrecer o aplicar el aborto.
En la práctica, esta aberración se ejecuta con la utilización con la moda de la prueba de la amnocentesis, utilizada de forma espuria para forzar abortos, incluso cuando no hay seguridad de malformación. Al mismo tiempo, la persecución, no de la discapacidad, sino del discapacitado, así como con el estancamiento o disminución de las prestaciones sanitarias para aquello padres que hayan cometidos la perfidia de seguir adelante con un embarazo y de criar a su hijo disminuido o bien imponiendo la eutanasia, otro método de liberación progresista.
En cualquier caso, el NOM es heredero de aquella masonería de la primera mitad del siglo XX cuando la masonería todavía se distribuía en logias y no en instituciones multinacionales o en empresas multinacionales- que pretendía una humanidad de no más de 500 millones de personas sanas, ilustradas y, a ser posible, con suficientes medios económicos para no representar una lamentable carga al mundo circundante.
Ya se sabe que al progresismo le molestan los débiles. Como a los espartanos
Eulogio López