Sr. Director:
La Navidad se espera como todo acontecimiento que tiene un fundamento real.

 

Pero la Navidad, no es sólo un tiempo litúrgico, familiar y afectivo, son unos días que nos llevan a recordar y a profundizar en la venida de Jesús a la Tierra.

Toda venida, toda espera tiene su adviento. En ese adviento se van acomodando recuerdos, vivencias y alegrías.

Son Fiestas entrañables para pequeños y mayores.

Son Fiestas de alegría y añoranzas.

De deseos y propósitos.

De cambiar y actuar.

De vivir la convivencia no tanto por presión, como por convicción.

¡A los cristianos nos gusta la Navidad!

Pero no queremos vivirla a contra corriente, queremos hermanarnos con los que van poco a poco descolgándose del sentido auténtico de estos días, perdiendo el norte de su significado y la ilusión que estos días conlleva.

Me atrevo a infundir esperanza a los desorientados, a los que tienen por meta el consumismo, el despego de la tradición y a los que echan por la borda aquello que en otras épocas le hicieron felices.

Inés Robledo Aguirre