Lo cierto es que la constructora española exigía lo que le correspondía a su 33% del capital: 5 consejeros de 15
A finales de junio, Hispanidad desveló las maniobras del presidente de la Comisión de Finanzas del Senado francés, Philip Marini, para que no se pudiera llevar a cabo la OPA de la española Sacyr sobre la francesa Eiffage. La principal prueba la constituía una carta de Marini al organismo regulador AMF para que no aceptara la OPA con el argumento de que existía concentración. Marini no se cortaba un pelo en aducir motivos de fondo chauvinistas, como la necesidad de que los centros de decisión económica se queden en Francia.
La AMF se dejó convencer y dio por buenas las actuaciones de Jean Françoise Roverato, presidente de Eiffage, para bloquear irregularmente el derecho de voto de Sacyr en una Junta de Accionistas, a pesar de que la española poseía un 33%. Naturalmente, la compañía presidida por Luis del Rivero ha recurrido la decisión. Sacyr se ha dirigido a la Corte de Apelación para denunciar que la instrucción del caso llevada a cabo por la AMF ha sido irregular, incompleta y parcial. El Colegio de la AMF hizo caso omiso de los argumentos presentados por Sacyr y "olvidó" adjuntar la documentación entregada por la española.
La propia AMF, ante su incapacidad para probar ningún concierto, se inventa una teoría cuyos supuestos (que Sacyr quería tomar el control del consejo y forzar una fusión) son radicalmente imposibles: Sacyr (33% del capital) pidió un tercio de los consejeros (5 de un total de 15), un número insuficiente en caso de que, como insiste la AMF, quisiera controlar el consejo. Por otra parte, el bloque francés de empleados y CDC ya tienen más del 33% que supone minoría de bloqueo para ese tipo de decisiones en Junta de Accionistas, lo cual hace inútil cualquier intento de concertación.