ZP es cazurro, esto es, mezcla de cabezón y baturro. Por eso, aún cuando la ambición de Patxi López por ser lehendakari le obligó a pactar con el PP en Euskadi, sueña con su gran invento, el social-nacionalismo, e incluso no desdeña su otro sueño, el de pasar a la historia como el gran pacificador de Euskadi mediante un acuerdo con nacionalistas pacíficos y con proetarras, todo a un tiempo.

La vicepresidenta primera del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega, piensa exactamente lo mismo que ZP  por la misma razón: el único objetivo vital de sus vidas consiste en permanecer en Moncloa el mayor tiempo posible. De la Vega ya ha dejado de soñar con la Presidencia, por lo que se conforma con quedarse de vicepresidenta primera el mayor tiempo posible.

Enfrente tienen al ministro Rubalcaba (si le das la espalda, te la clava), un Rasputín felipista, por tanto, más peligroso que una piraña en un bidé. 

Cada nueva detención de etarras (como la de la madrugada del miércoles en Francia) supone un éxito en la estrategia del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, en su pugna contra Zapatero. Para Rasputín, como para el Felipismo, el mejor etarra es el etarra encarcelado, en el convencimiento de que la banda está compuesta por una generación de chiflados que cree firmemente en la leyenda de que el pueblo vasco ha sido objeto de un genocidio por las tropas de ocupación españolas. Con semejantes majaderos, no se puede hablar, sólo actuar.

Pero ZP no lo sabe, porque es cazurro, mezcla de cabezón y baturro. Y. encima, no es rencoroso: hace la estupidez y se olvida enseguida. De lo que no se olvidará nunca es de su obsesión: permanecer en la Presidencia. Porque, además, cuando se marche, ¿adónde irá?

Eulogio López

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