España llevó a Iberoamérica su fe y su lengua. No se lo digan a nadie, pero creo que la conquista y evangelización de América fue la única cosa seria de la que podemos enorgullecernos los españoles.
Pero hasta en la evangelización hay clases. Por ejemplo, España se caracterizó por llevar al Nuevo Mundo (ahora estamos esperando que ellos nos salven) sus dos rasgos religiosos más característicos: el amor a la Virgen María y la Semana Santa, o gratitud hacia el Dios que se entrega y anonada por los hombres de la única forma que puede hacerlo el ser humano. Dice el viejo refrán español que "amor con amor se paga". Pues bien, lo mismo ocurre con el dolor: sólo se paga compartiendo el sacrificio.
De ahí los pasos de Semana Santa, de ahí las cofradías, de ahí la imaginería. Todo con un mismo objetivo: la gratitud con el hombre Dios.
Los anglosajones no entienden las procesiones de Semana Santa. Ni falta que hace. La entienden los mexicanos, bolivianos, peruanos, colombianos, chilenos, salvadoreños. Ellos extraen alegría del sacrificio y felicidad del sufrimiento. Son hispanos. Como nosotros. Y a mucha honra.
Eulogio López