En las filas políticas y mediáticas populares todavía se está digiriendo el 14-M. Su discurso trata de deslegitimar el resultado de las urnas con elegancia suficiente como para no ser acusados de "mal perder". Pero el "shock" político sigue instalado entre los populares, necesitados de catarsis permanente para asumir la nueva realidad.
Pero las críticas también empiezan a crecer como las setas. Se insiste en la ausencia de democracia interna, en el autoritarismo de Aznar en el nombramiento de Rajoy y en la falta de equipo económico solvente para realizar una oposición dura al Gobierno socialista. Pero también se critica la falta de previsión para gestionar una situación de crisis. "Como existe en todas las empresas, el PP debería de hacer realizado un protocolo para enfrentarse a situaciones impredecibles", señalan los críticos. "El gabinete de contingencias de Moncloa no se reunió, la suspensión de la campaña electoral fue un verdadero suicidio político y la cara de la Comunicación de crisis debe de ser un secretario de Estado, no un ministro. Es un cortafuegos básico establecido en cualquier manual de crisis. Y los incumplimientos también han sido de manual", añaden.