Sr. Director:
La agencia de publicidad australiana Ammirati Puris Lintas está preparando un nuevo spot para su controvertida campaña de publicidad en favor de la eutanasia, palabra griega que significa buena muerte, para su cliente Sociedad Proeutanasia de Nueva Gales del Sur.
En el pasado, el presidente del Gobierno español aseveró que en 2007 se reformaría el Código Penal para autorizar la eutanasia. Hoy no tiene ese mismo propósito, sin embargo ha reglado el dictamen que amplía la Ley de Autonomía del Paciente y que es una normalización sibilina de la eutanasia. La liquidación de un ser humano es una agresión arbitraria contra la dignidad de la persona. Por tanto, enfrentarse a la eutanasia no es una postura propia de quienes creen en Dios, nadie está reconocido para finalizar la existencia de un ser inocente.
El silogismo del derecho a la muerte digna, formalmente requerida por quien sufre congojas horribles, es una de las básicas evidencias que se utilizan, hoy, para impulsar la legitimación de la eutanasia, esto es, la impiedad terapéutica que abarca una honda manipulación de la noción de la dignidad humana. Nos obligamos para vencer, la llegada de la hora suprema, con las menores punzadas físicas. También es meritorio, el aguardar a la muerte con íntegra consciencia de la agonía final.
El derecho a la vidorria proviene, directamente, de la dignidad de la persona humana, por aquejada que esté, ni deja de ser humana, ni su existencia deja de merecer la máxima consideración. El artículo 15 de la Constitución Española sostiene que todos tienen derecho a la vida y que está penalmente blindado mediante la oportuna tipificación de asesinato.
Benedicto XVI nos invita a no caer en el engaño de pensar que se puede disponer de la vida hasta poder legitimar su interrupción con la eutanasia, enmascarándola con el velo de humana piedad.
Clemente Ferrer Roselló
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