Pero Juan Luis, querido, ¿cómo desaprovechas este tipo de oportunidades? Va José María Aznar, mete la pata, confiesa que se ha quedado con documentos de la inteligencia, y lo declara, fíjate, en tu radio amiga y socia, Radio Caracol.

 

Afortunadamente, al final se ha impuesto la lógica, y El País, cinco días después, ha llevado a portada a su más directo enemigo, acusándole de apropiación indebida. Para ello, ha sido necesario llamar al PSOE (que tampoco se enteran de nada estos chicos de Zapatero) y explicarles el salto cualitativo que se pretende (a estos políticos, si no les das todo machacadito no se enteran): estamos pasando del debate político al delito, de la responsabilidad política al Código Penal. Pasamos del "Aznar era un peligrosos belicista" a: "Aznar, eres un chorizo que roba documentos". ‘Do you understand'?

 

O como dice un famoso comunicador, de cuyo nombre no quiero acordarme, se está imponiendo una tendencia según la cual una serie de perfiles no son admitidos en España. ¿Quién decide no admitirlos? El poder mediático, naturalmente. ¿Quién ejecuta las órdenes? El poder político y la Administración de justicia, naturalmente. Pero el director de orquesta son los medios, y pasan de lo general a lo particular, Jesús Polanco y Janli Cebrián (últimamente destaco más a Janli porque don Jesús está un poco mohíno, ha abandonado el timón y sólo piensa en pergeñar la sucesión).

 

O sea, que Aznar no cabe en España. Aznar es un tipo que se marcha a la Argentina y dice cosas como éstas: "Todos critican a Bush pero luego le piden que les salve".

 

Una gran verdad, y es lo que suele denominarse el síndrome del turista europeo en Jerusalén: mucho cantar las maravillas de los palestinos y mucho criticar a Sharon (y ambas cosas pueden resultar, no sólo legítimas, sino en muchas ocasiones justas y pertinentes) pero cuando uno pasea por la Ciudad Vieja no le disgusta tener cerca un policía hebreo que le proteja de unos palestinos que pueden resultar tan pegajosos como peligrosos.

 

Aznar es un tipo áspero y antipático, cabezón como una mula, engreído, tirando a insoportable, que dice verdades como ésta: No niega la legitimidad del triunfo socialista pero asegura que sin el 11-M el resultado hubiera sido distinto. Es decir, lo que todos sabemos, casi todos callan y sólo Rubalcaba niega, que para eso le pagan.

 

Aznar es, al mismo tiempo, un tipo ideológica y moralmente acomplejado, que ha potenciado hasta la náusea la cultura de la muerte en España durante sus ocho años de mandato, que mariposeó con la progresía porque no se atrevía a ser coherente con sus principios cristianos. Pero, dicho eso, he de confesarles, en honor a la verdad, y considerando que la caridad se ríe del juicio, que José María Aznar no mató a Manolete. Sé que les asombrará la afirmación pero puedo demostrarla. A veces la verdad es difícil de aceptar, pero uno diría que los socialistas, los polanquistas (colectivo, dónde vas a parar, mucho más importante que el primero) y buena parte de los españoles que aún viven obsesionados con el 11-M, sufren Aznarfobia. Es más, creo que su animadversión al anterior presidente del Gobierno sólo es superado por el odio africano que sienten hacia la Iglesia Católica.

 

Por cierto, otro perfil que no encaja en la futura España, en la nueva creación de lo "políticamente correcto", es Emilio Botín. Tiempo, el semanario del grupo Zeta, al que supongo que Botín ha ofendido gravemente negándole algún patrocinio (créanme, conozco la Casa y no acuso a humo de pajas) ha salido en portada, con una leyenda que habla de "nervios y juicios". Y es verdad que Botín está nervioso, pero también es verdad que la antipatía o el engreimiento hasta ahora se pagaban con repudio social e impopularidad manifiesta: el cambio consiste en que muchos quieren que la antipatía y la falta de talante… se paguen con penas de cárcel. A determinados perfiles, es decir, a todo aquel que me cae antipático, quiero verle en el banquillo. Zapatero se lo dirá dialogando, pero yo se lo puedo contar de forma, digamos directa.

 

En resumen, por una parte, contamos con un panorama social donde se judicializa la política y la economía. Al enemigo ni agua, no; el enemigo a la trena. El mejor adversario es el adversario muerto o, al menos, encarcelado, llámese Aznar o Botín.

 

Sí, ya sé que la utilización interesada de los medios informativos, del Parlamento (ejemplo, la vergonzante Comisión del 11-M) o los tribunales es el fin de la democracia, pero no se preocupen: todo lo que muere acaba por renacer.  

 

Los yanquis afirman que la diferencia entre una sociedad desarrollada y una sociedad subdesarrollada consiste en que la primera funciona independientemente de sus dirigentes. Cuando cae un presidente del Gobierno entra otro y aquí no ha pasado nada. Las instituciones continúan funcionando. En la subdesarrollada, por contra, cada cambio de poder (mediático, económico o político) es un volver a empezar. Es una forma fina de decir lo mismo: que en España se ha impuesto la venganza, y que el PSOE y Jesús Polanco (no por ese orden, claro está) se comportan como si no hubiera existido un cambio de Gobierno, sino un cambio de Régimen.

 

Eulogio López