Nada menos que 3.000 millones de euros de ampliación, han hecho que la bolsa castigue fuertemente al BBVA con una caída que, hora y media antes del cierre de la Bolsa de Madrid, bajaba un 4,41% (aunque el Ibex-35 lo hacía en un 1,6). El banco admite que el efecto dilución provocará una caída del beneficio por acción del 2,3%, aunque los analistas presagian que será más acentuada.
Por de pronto, la ampliación se realiza, una vez más, con supresión del derecho de suscripción preferente de los accionistas, a pesar de que Bruselas ha abierto un expediente al Gobierno español por estas prácticas que tanto perjudican al pequeño accionistas.
La segunda cuestión es que la ampliación está dirigida a inversores institucionales, los más mimados por el presidente Francisco González.
En tercer lugar, lo más importante: ¿Para qué ese dinero? La versión oficial es que se pretenden financiar compra ya acordadas, como la inversión en China. En cualquier caso, la caída de la acción convierte al BBVA en un objeto aún más tentador, por la influencia negativa sobre la cotización. En otras palabras, el principal depredador al que tiene que enfrentarse, el Santander de Emilio Botín, espera que la acción del BBVA caiga lo suficiente como para hacer atractiva una operación hostil.